Cuando uno traspasa los muros del castillo de Trujillo es fácil retroceder en el tiempo e imaginar cómo se vivía en él hace varios siglos, en la época medieval. Aunque hace unos días no era necesario imaginarlo, ya que al traspasar sus muros uno se encontraba de frente con dos freires truxillenses que mostraban al visitante su modo de vida, sus vestimentas y lo más importante, las armas con las que se defendían en un combate.

El artífice de que costumbres e historias de hace más de 800 años no se pierdan es Jesús Ruiz. Un apasionado de la época medieval y de sus luchadores, que siempre que se precie está dispuesto a mostrar su amplia colección de armas de lucha y a explicar cómo se utilizaban. Así lo hizo coincidiendo con la conmemoración de la reconquista de Trujillo,que tuvo lugar en 1233.

Los Freires de Truxillo fueron una milicia asentada en la villa del mismo nombre, cuya existencia se documenta en el último cuarto del siglo XII y cuya ubicación de su convento matriz se sitúa cercano a la alberca trujillana. En aquel entonces, esta orden fue la encargada de defender los territorios de poblaciones de la comarca como Cabañas del Castillo, Roturas, Puerto de Santa Cruz, Santa Cruz y Zorita. Toda esa historia se le quedó grabada a fuego a Jesús al escucharla una y otra vez por boca de su abuelo, que trabajaba en la oficina de turismo de Trujillo, y al que acompañaba en los recorridos que hacía con los turistas. Desde entonces, sus ganas de conocer más sobre el pasado medieval de la ciudad y sobre todo de transmitírselo a los demás han ido en aumento. Incluso ha escrito algunos libros sobre la materia. "Me gusta investigar y me gusta pegarme", asegura este freire muy rotundo, refiriéndose a su participación en batallas simuladas que organizan para recrear las luchas entre caballeros medievales.

Pero Jesús, de profesión profesor de Tecnología, sabe como encandilar no solo a los mayores, sino también a los más pequeños, en sus demostraciones. Por eso, a estos últimos, en lugar de contarles cómo eran las batallas en las que se atravesaba al enemigo con una ballesta o se la cortaba la cabeza con una espada, echa mano de la fantasía y la imaginación. Por eso les explica cómo se defendían antaño con todas las armas a su alcance de un fiero dragón que viniera a atacarles.

Lo más bonito, asegura, es ver la cara de los niños, y también de algunos mayores, cuando les dejas tocar las armas e incluso hacerse una foto con ellas. "Muchas de estas no están al alcance de la gente y si no es en exhibiciones como la de hoy nunca las podrán ver y tocar". Algunas de las más llamativas que Jesús muestra a los visitantes es la espada fausal, "que usaban los agricultores en sus labores del campo y de la que se servían como arma de defensa cuando eran llamados para luchar". También sorprendió por su gran tamaño una espada de ejecución con un crucifijo adosado, empleada para cortar la cabeza a los caballeros que cometían un acto deshonroso. "Se morían pero con clase", comenta Jesús de forma irónica.

Aunque una de las armas que más llama la atención es el látigo de guerra o mangual, tan visto en películas de luchas medievales, "muy eficaz para librarse del enemigo incluso aunque lleve escudo". Por último, entre las decenas de utensilios que este freire truxillense, ayudado por su compañero David Prado, va descubriendo para asombro de todos, se puede ver de cerca una ballesta con virote "o arco con palo en tensión" preparado para ser lanzado. "Esta era un arma muy poderosa y aunque no es de caballeros es efectiva 100%". Como curiosidad, de las muchas que añade a lo largo de su amena charla, cuenta que el rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León murió precisamente por una ballesta con virote. Aunque lo que muchos no se quieren perder es el nombramiento de caballero que estos freires realizan con cualquiera que desee tener el honor de ostentar dicho cargo. Un viaje en el tiempo, en el que Jesús Ruiz siempre estará dispuesto a acompañarnos.