Tras diez años al frente de un comestible en Coria y tras ver resentidas las ventas por la crisis, Navelonga Alonso ha decidido dar un giro completo a su actividad laboral con la puesta en marcha de un novedoso rastrillo. Su lema, renovarse o morir, lo ha materializado con la apertura de un negocio que a unos les permite desligarse de aquellos objetos y prendas que en su día compraron y que nunca usaron: mientras que a otros les otorga la posibilidad de adquirir diversos enseres a precios muy bajos. "Los productos son nuevos y seminuevos y todos están en perfecto estado", explica esta cauriense.

Vestidos de fiesta, abrigos, bolsos, radiadores, ventiladores, abrigos de visón, máquinas de gimnasia, zapatos y ropa interior nueva de tiendas que han tenido que despojarse de sus existencias tras cerrar sus puertas por la crisis, son algunos de los objetos que pueden encontrarse en el local de la calle Venezuela.

Así también, carritos de bebés, ordenadores portátiles con un año de garantía, cascos de moto, cafeteras, altavoces, auriculares del radio, videos, una guitarra, cintas de pelicula y bisutería de 1, 2 y 3 euros son algunos de los productos que el público puede adquirir "a precios que son una ganga", asegura esta emprendedora. Como ejemplo, pantalones de marca que aún llevan la etiqueta por 5,50 euros cada uno y todo ello con la máxima calidad: "Aquí no se admite nada con botones ni cremalleras rotas", apunta.

Una vez que el producto ha sido admitido tras pasar la revisión de Navelonga, se expone tres meses en la tienda. Si se vende por el precio que siempre fijará el depositador, el 70% será ganancia para éste y el 30% para Navelonga. Por el contrario, si pasan tres meses y el producto no se ha vendido, el depositador debe rebajar el precio o retirar el producto. De momento, no solo ha suscitado una gran expectación entre el público, sino que además esta idea ya ha creado dos empleos.