Con la presencia de cientos de espectadores, la mayor parte llegados desde distintos puntos de la región extremeña, se representó en la mañana del Viernes Santo la decimoctava edición de la tradicional Pasión Viviente de Alburquerque.

Escenarios naturales de los baluartes defensivos del Castillo de Luna, convertidos en la ciudad de Jerusalén, acogieron una amplia variedad de actos, «escenarios que consiguen dar una verosimilitud impresionante a estos momentos centrales en la vida de Jesús, los últimos momentos de la vida de un hombre que marcó la historia hace más de 2.000 años. La entrada en Jerusalén, la oración en el huerto de los olivos o la crucifixión son imágenes que el espectador gravará en su retina y no podrá olvidar», indicó el director de la obra, Manuel Martín.

En la Puerta de Valencia, una de las que da acceso al intramuros de la villa, tuvo lugar el inicio de los actos y, posteriormente, a lo largo de cerca de dos horas de duración, los espectadores deambularon de un lado para otro, siempre junto a la ladera norte castillo, para contemplar los diferentes momentos de la pasión y muerte de Jesucristo en siete escenarios distintos. Según manifestó el director de la representación, «estas localizaciones han sido seleccionadas siguiendo dos criterios, su atractivo y que puedan ser vistos por el mayor número posible de espectadores».

Cabe señalar que la Pasión alburquerqueña es representada por unos 100 vecinos de la localidad pacense, siendo la asociación Apavial y la Parroquia Arciprestal de San Mateo Apóstol las encargadas de organizar este espectacular evento que este año contó con la meteorología benigna como aliada.