Cacereños y visitantes temían que la lluvia no permitiera a las cofradías de la Madrugada hacer su estación de penitencia. Sin embargo, el cielo dio una tregua a las hermandades, que pudieron poner todos sus pasos en las calles de la capital cacereña. Lo mismo sucedió el Viernes Santo de mañana, en un día que amenzaba los chubascos que, finalmente, obligaron a suspender la procesión vespertina.

Comenzaba la esperada Madrugada cacereña a las 12 de la noche del Viernes Santo con la apertura de las puertas de la concatedral de Santa María. Jesús Condenado, una talla de 2011 de Antonio Fernández Domínguez, de la Hermandad Universitaria del mismo nombre, salía a la plaza con todo el recogimiento propio de la ocasión. La cofradía pudo cubrir todo su recorrido, sólo al final, la lluvia hizo acto de presencia.

Y no dejó de llover durante la madrugada, lo que hizo temer que la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Miseriocordia pudiera hacer estación de penintencia. No fue así, porque alrededor de las cinco de la madrugada cesó la lluvia y el Nazareno pudo comenzar su desfile procesional, junto a los otros ocho pasos de esta cofradía. De la iglesia de Santiago, continuaron por las calles Camberos y Muñoz Chaves, Plaza del Duque y Gabriel y Galán, hasta llegar a la Plaza Mayor y Pintores. En San Juan, la cofradía decidió volver a su iglesia, ante la certeza de que volvería a llover. Por primera vez, se vio al Nazareno y al resto de imágenes por la calle Gran Vía, camino de vuelta a Santiago. La gente que esperaba en el resto del recorrido programado, Pizarro, Santa Clara, Puerta de Mérida, etcétera, tuvo que volver a la iglesia de recogida si quería ver la procesión.

La mañana del Viernes Santo comenzó con sol y nubes, lo que permitió a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Expiración de la Arguijuela y Nuestra Madre y Señora de Gracia y Esperanza comenzar a las 11.00 horas su estación de penitencia desde la Plaza de San Mateo. El Cristo de la Expiración, una talla anónima del siglo XIV, hizo su recorrido por la ciudad monumental acompañado por los hermanos de escolta, con túnicas negras, fajín azul, capa y capuchón de raso azul y guantes negros. Los de la Virgen, que sustituyen el negro del Cristo por el blanco, continuaban la procesión, que pudo realizar todos los rituales de esta cofradía, como la estación de penitencia en la iglesia conventual de Santa Clara, la ceremonia con la cofradía de los Ramos o la Soledad, hasta la ceremonia de la Expiración en la plaza de San Mateo. Justo entonces, comenzó a llover, pero como ya era el final del desfile y la procesión se encontraba junto al lugar de recogida, no se interrumpió la celebración.

La Franciscana Cofradía Penitencial del Vía Crucis y del Santísimo Cristo del Calvario, más conocida como los Estudiantes, también pudo realizar su desfile procesional con normalidad. A las 11.30 horas, salía de Santo Domingo el Cristo del Calvario, una talla de la escuela de Gregorio Fernández del siglo XVI, en el 60 aniversario de la cofradía. Para la ocasión, se recuperó el recorrido tradicional, desde su lugar de salida, hasta la calle Ríos Verdes, Sancti Spiritu, plaza del Duque, Plaza Mayor, Pintores, San Juan, Gran Vía, Arco de la Estrella, plaza de Santa María y plaza de San Jorge, donde pudo realizarse el Sermón de las Siete Palabras, que no se celebraba desde hacía más de tres décadas, a cargo del delegado de Cofradías de la Diócesis Coria-Cáceres, el franciscano Joaquín Zurera. A escasos diez minutos de recogerse el paso, comenzó a llover con fuerza, lo que aceleró la vuelta a Santo Domingo, sin que impidiera la realización de todo el desfile procesional.