Un informe internacional hecho público por Greenpeace recuerda que un total de 1.119 petroleros monocasco deberán desaparecer de los mares y océanos del planeta a lo largo de este año. Esta eliminación será la consecuencia de las diferentes normativas sobre tráfico de petróleo que entran en vigor en el 2005 y que fueron decididas por la Unión Europea y la Organización Marítima Internacional (OMI) tras las catástrofes del Prestige y del Erika.

Greenpeace advierte, no obstante, de que la retirada de estos buques puede provocar problemas ambientales graves al no existir capacidad para desmantelarlos en condiciones. Según datos de la organización ecologista, un 29% de los petroleros (334) que deben desaparecer tienen bandera o son propiedad de algún país de la UE. Pero "la falta de transparencia del sector y la inexistencia de listados concretos de buques en la UE hará muy difícil el seguimiento real de la progresiva eliminación de estas naves", señala Juan López de Uralde, director en España de esta organización.

Dos incógnitas pesan sobre la obligación de hacer realidad la supresión de buques obsoletos y potencialmente muy contaminantes, según el portavoz de Greenpeace. "La UE --dice-- todavía no ha movido un dedo para organizar la retirada y tampoco hay astilleros preparados para el desmantelamiento".

La preocupación de los ecologistas proviene del hecho de que los petroleros fuera de uso deben ser considerados como residuos tóxicos debido a la alta presencia en los mismos de productos y sustancias tóxicas como el amianto, los PCB (sustancias peligrosas), aceites y pinturas.