Sonia, de 24 años y estudiante de Ciencias Políticas de La Sapienza, la universidad romana que Benedicto XVI rehusó pisar el jueves para no toparse con profesores y alumnos que le acusan de oscurantista, optó por no participar en las movilizaciones antipapales, pero ayer dijo tener claro a quién había que responsabilizar de la inasistencia del Pontífice: "Fue él quien decidió no venir". Y al hacerlo, continuó, "ha demostrado ser incapaz de soportar las críticas". La tesis más extendida estos días en Italia, sin embargo, sostiene lo contrario: Ratzinger es un mártir de la libertad de expresión. Esta tesis alcanzará hoy su cénit en la plaza de San Pedro, donde, tras el rezo del Angelus, se prevé que entre 100.000 y 300.000 fieles griten "¡libertad!".

"Solo será una enorme muestra de solidaridad con el Papa --dijo Camillo Ruini, cardenal vicario de Roma y convocante del acto de desagravio al Pontífice--. Si alguno quiere interpretarlo de otra forma, se equivoca". Por el momento, el acto ya ha provocado una grave fractura en el Partido Democrático --la nueva fuerza hegemónica en la coalición de centro-izquierda que se encuentra en el poder--, entre quienes darán calor al Papa y quienes no.