"A principios de los 90, cada año aparecía un ordenador superior en todo a los precedentes. Hoy, en cambio, hay que esperar al menos tres o cuatro años para que haya un salto de calidad". Las señales de que una crisis se acerca a la industria informática son claras, sostiene Jordi Mompart, físico del Grupo de Optica de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Las dimensiones de los microprocesadores de silicio se han reducido vertiginosamente desde los 60. Un ordenador del tipo 486, que llegó a ser muy común, tenía un millón de chips de una millonésima de metro cada uno. Hoy, los chips son 100 veces más pequeños: en el lado de cada uno de ellos caben poco más que 150 átomos. Esta reducción permite fabricar máquinas cada vez más potentes y eficientes, pero tarde o temprano acontecerá una brusca parada. Y será más bien temprano. "Dentro de 10 o 15 años --predice Mompart-- se llegará a producir procesadores de 10 nanómetros, unos cuadraditos con una treintena de átomos de silicio por lado". Fabricar un chip que funcione y que sea aún más pequeño será imposible.

El frenazo en la mejora de la eficiencia de los ordenadores sería un mal golpe para la economía mundial. "En 1972 estuve en un congreso donde ya se anunciaba una catástrofe en 10 años, pero ahora es distinto", comenta Gonçal Badenas, del Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona. Entonces se hablaba de que la miniaturización iba a ser demasiado cara y difícil. Ahora se habla de límites físicos. "Ahora están produciendo chips con un par de centenares de átomos por lado. Los márgenes para la miniaturización se están estrechando".