No llevaban ni cinco minutos en el aire cuando los 150 pasajeros y 5 tripulantes del vuelo 1549 de US Airways escucharon del piloto las palabras que nadie en un avión quiere escuchar: "Prepárense para el impacto". El avión, un Airbus 320 que había despegado del aeropuerto neoyorquino de La Guardia a las 15.26 horas (las 21.36 horas en España), había chocado con una bandada de pájaros en un incidente que inutilizó los motores.

El piloto pensó en dirigirse a un aeropuerto en New Jersey, pero se percató de que no llegaría. Entonces decidió convertir las gélidas aguas del río Hudson en su pista de aterrizaje. Y su velocidad de reacción y su maestría convirtieron ayer lo que podía haber sido una tragedia en el corazón de la ciudad de Nueva York, en las aguas a la altura de la calle 48, en una de heroísmo.

INCREDULIDAD "No me puedo creer que llegara a aterrizar", decía Alberto Panero, uno de los pasajeros, en una conversación telefónica con la CNN. Panero era consciente de haber vivido "una experiencia cercana a la muerte" cuyo final feliz le llevaba a dar dos agradecimientos: "al Señor" y "al piloto".

Algunos compañeros de viaje mostraban pronto los primeros indicios del estado de choque, como Diane Henderson, incapaz de recordar nada. "El avión cayó, no sé qué paso", decía esta mujer ante las cámaras. "Fuimos bajando hasta que aterrizamos", se limitaba a explicar Jay McDonald, otro de los supervivientes.

Panero, mientras, arrojaba con calma algo de luz sobre lo ocurrido. "Al principio --contó-- hubo algo de pánico pero luego hubo algunos, no sé si pasajeros o miembros de la tripulación, que se empezaron a hacer cargo de la situación. Todo estaba oscuro, había humo. Pero en menos de un minuto empezó la evacuación".

El avión quedó flotando gracias al piloto, que evitó daños mayores en la parte baja del aparato. Y una vez que la nave estaba sobre el agua, empezó la evacuación organizada desde el interior. Primero se abrieron las puertas de las salidas de emergencia sobre las alas y los pasajeros empezaron a salir. Cuando las alas se llenaron de gente, alguien abrió las puertas de emergencia en la parte delantera.

Para ese momento ya había barcos y ferries que transportan pasajeros entre Manhattan y Nueva Jersey esperando para trasladar pasajeros hasta las orillas del Hudson. Y los helilcópteros de las autoridades sobrevolaban la zona, lanzando salvavidas y submarinistas que ayudaron en el proceso de rescate.

Según las autoridades, que casi inmediatamente descartaron que el accidente estuviera vinculado al terrorismo, todo el pasaje fue rescatado con vida. Varias decenas de personas tuvieron que ser trasladadas a tres hospitales de Manhattan y uno de Nueva Jersey, donde la mayoría recibía tratamientos por hipotermia, y es que la temperatura exterior era de casi siete grados bajo cero. Había también casos de lesiones por la dureza del impacto, pero las informaciones al cierre de esta edición hablaban de que ninguno corría peligro.

El vuelo siniestrado viajaba hacia Charlotte, en Carolina del Norte, donde tiene su sede central Bank of América, el banco que ayer ocupaba las noticias económicas por negociar un rescate con el Gobierno. Varios de los ocupantes del avión eran, precisamente, empleados del banco. Y ellos sí que ayer se salvaron.