Una "provocación", "un insulto" y "una ofensa" fueron los calificativos más suaves que las 20.000 personas que ayer acudieron a la manifestación de Nunca Máis le dedicaron a la decisión de la Xunta de conceder la medalla de oro al ministro de Fomento, Francisco Alvarez-Cascos, y a la comisaria de transportes de la UE, Loyola de Palacio.

El ambiente en la capital gallega estaba muy crispado, hasta el punto de que durante la noche se registraron incidentes en varias zonas de la ciudad, con pintadas y quema de cajeros. La policía detuvo a dos jóvenes integrantes del grupo independentista Nós-UP como responsables de estos actos vandálicos. Sin embargo, Nunca Máis volvió a dar una lección de civismo y congregó a una multitud sin incidente.