Después de escuchar análisis e interpretaciones de los partidos sobre los resultados del 27-M en la región, he llegado a la conclusión de que ninguno ha dado con la clave. Lo comprendí ayer con un artículo aparecido en este diario. El PSOE ganó las elecciones, o el PP las perdió, por culpa del vino. Después de que Aznar se convirtiera en el gran sumiller de los populares y recomendara no hacer ascos ni al tinto ni al blanco, posiblemente el PP perdió en Extremadura miles de votos en una importante franja de edad, la que va entre los 25 y 30 años. Me explico. La información publicada ayer recogía los datos de un estudio realizado entre los jóvenes en el que se asegura que Extremadura es la segunda región con menos consumidores de vino en la franja de 25 a 30 años. El vino no interesa. Aquí lo que gusta a esa edad es la cerveza y las mezclas. Así que muchos, después de escuchar aquello, se preguntaron lo mismo que Aznar: "¿Y quién te ha dicho a ti lo que tengo que beber yo?" Pero hay más, el principal argumento contra la refinería en Tierra de Barros, basado en los viñedos y sus consecuencias, también falló. Otra cosa es que la planta de refino se hubiera instalado al lado de la Mahou o la Cruzcampo, con el peligro de joder el saborcillo y la calidad de las cañas. A esa edad las cañas y el tapeo son sagrados. No obstante, puede que mis interpretaciones no sean correctas, o que el estudio no tenga razón. Y pongo otro ejemplo. Los jóvenes extremeños consideran que el vino es una bebida que ayuda a fomentar las relaciones sociales y permite conquistar a las personas. Todo lo contrario de lo que le ocurrió a Aznar cuando hizo apología de los caldos. Y ahora Sarkozy va por el mismo camino, pero con el vodka con naranja.