Las células cancerosas tienen un metabolismo diferente al de las normales, y por lo tanto emiten un patrón distinto de sustancias químicas, es decir, un olor diferente. «El problema es que en el aliento de una persona hay 3.000 compuestos volátiles diferentes, que ahora, gracias a la intervención de Blat, habrá que identificar y aislar», adelanta Ángela Guirao, la doctora del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (Idibaps) que trabaja en la creación de una nariz artificial que permita detectar el cáncer de pulmón de forma precoz.

El olor ha estado asociado históricamente al diagnóstico de muchas enfermedades, desde las infecciones de orina (con un característico olor a amoníaco) o la insuficiencia hepática (que huele a pescado crudo) hasta la diabetes (acetona), la fiebre tifoidea (pan integral fresco) o las infecciones anaeróbicas, causadas por bacterias (que se asemejan a las manzanas podridas).

Aunque la mayoría de los olores asociados a las enfermedades son todavía demasiado sutiles para muchas narices humanas, los perros que han sido entrenados para ello son capaces de identificar múltiples tipos de cáncer y diabetes. Eso es porque los humanos tienen (solamente) cinco millones de receptores del olor en su sistema olfativo, mientras que los perros cuentan con hasta 300 millones de sensores.