Hace 130 millones de años, dos estrellas de neutrones de la constelación de la Hidra estaban separadas por tan solo 300 km. Giraban en espiral la una alrededor de la otra, con velocidades próximas a la de la luz. Al acercarse, empezaron a deformar el espacio-tiempo, emitiendo ondas gravitacionales. Cuando chocaron, se fusionaron en un objeto aún desconocido, emitiendo rayos gamma.