De la chabola al barrio de lujo. Un grupo de 30 familias de Mijas (Málaga) ha decidido resolver su problema de vivienda instalándose en una urbanización que lleva dos años abandonada, a la espera de que el banco que la embargó ponga en venta los pisos. El propietario ha interpuesto una denuncia, mientras que los nuevos inquilinos dicen haber presentado otro escrito en el juzgado para que les permitan vivir allí pagando los gastos.

Todo ocurrió la tarde del pasado domingo, cuando los vecinos de La Cala Hills --una barriada de clase media alta-- observaron atónitos cómo un centenar de personas, incluidos varios menores, entraban con toda normalidad en la urbanización Golden Hills y empezaban a instalarse en los 34 dúplex con piscina, terrazas, garajes y amplios jardines que se encontraban deshabitados. "Vimos que estaban vacíos y decidimos ocuparlos", explicaban al diario Sur.

Los nuevos inquilinos son de etnia gitana y proceden en su mayoría del barrio Molino de Viento, una zona de viviendas sociales construidas en el año 2002 por la Junta de Andalucía en las que se hacinaban hasta tres familias por casa. Al conocer la noticia, se les han unido otras familias de Málaga y Sevilla que se encontraban en las mismas condiciones. Todos ellos estaban hartos de su situación, y expresan su intención de pagar la comunidad e incluso "aportar cada uno 10 euros para pagar a un jardinero que es primo nuestro", señala una de las okupas , Francisca Campos.

VELAS Y AGUA DEL POZO Las viviendas no tienen ni luz ni agua, por lo que subsisten con velas y con el agua que queda en un pozo cercano. Víctor, otro de los inquilinos, insiste en que quieren legalizar su estancia en la urbanización de lujo y pagar los servicios básicos y los elementos que faltan, como puertas o baños. El primer paso ha sido presentar un escrito en el Juzgado de Fuengirola donde constan las firmas de todas las familias: piden que se les deje habitar las viviendas vacías, dado que ellos carecen de una.

El ayuntamiento afirma que las casas no están abandonadas, aunque no se llegaron a terminar tras ser embargadas. Después de intentar que desistieran, se ha limitado a vigilar la mudanza, ya que debe ser un juez quien, a instancias de los propietarios, inicie el desalojo.