Las llamadas de ayuda más frecuentes que ha recibido la Fundación Madrina en los últimos seis años las han protagonizado trabajadoras embarazadas que estaban siendo amenazadas de despido o que eran objeto de acoso maternal, es decir, presionadas a causa de su estado de gestación, afirmó ayer Conrado Giménez, presidente de la entidad. Esta oenegé ayuda fundamentalmente a mujeres de 18 a 25 años, con uno o más hijos y sin pareja.

Más del 65% de las mujeres que se acercan a esta fundación, con sede en Madrid pero cuyas ayudas llegan a los países subdesarrollados, dicen sufrir mobbing maternal en el trabajo y piden empleo, aseguró Giménez. "El 25% son despedidas durante el embarazo. Las empresas y algunas administraciones consideran ese estado como una enfermedad o un problema, cuando es una oportunidad social que crea riqueza".

La Fundación Madrina atiende a una media de 1.500 mujeres al año. "Por lo general, el empresario entiende que cuando una mujer decide ser madre, sus prioridades cambian, ya que va a estar pendiente del embarazo --prosiguió Giménez--. En realidad, el problema de esas mujeres es la falta de flexibilidad del horario laboral o la inexistencia de guarderías".

Según la fundación, las jóvenes que son madres asumen con más responsabilidad y fidelidad que otras de su misma edad los principios empresariales. "Son más rentables a largo plazo", sostienen. Esta entidad ha pedido al Gobierno que establezca medidas laborales y sociales "concretas" que favorezcan fiscalmente a empresas que contraten a mujeres susceptibles de quedar embarazadas.