Azaña y Margarita Xirgu fueron los primeros huéspedes ilustres, pero han sido miles los que han pasado por las estancias del Parador de Mérida que ayer celebró sus 75 años de historia. Fue el 29 de mayo de 1933 cuando este viejo convento, hospital psiquiátrico y cárcel abrió sus puertas como hotel, convirtiéndose en el primer Parador de Extremadura y el segundo proyectado en toda España, tras el de Gredos, inaugurado en 1928.

El marqués de la Vega Inclán, el ideólogo de Paradores, eligió Mérida por su ubicación y su atractivo monumental. El retraso en las obras, entre otras cuestiones por los cambios políticos que vive el país, hizo que este edificio pensado inicialmente para los viajeros de la exposición iberoamericana de Sevilla de 1929 se inaugurara coincidiendo con un evento histórico para la capital extremeña, las representaciones del festival de teatro clásico de Mérida. Se convirtió en el "primer establecimiento de calidad de Mérida y de Extremadura" y desde entonces "ha sido y será la casa de todos los emeritenses", señala Miguel Martínez, presidente consejero delegado de Paradores de Turismo, que ayer presidió el acto para celebrar los 75 años de vida de este emblemático edificio.

Además el de Mérida fue el primer Parador que puso en práctica uno de los ejes de actuación de esta empresa, consistente en ubicar estos establecimientos en edificios antiguos, preferiblemente situados en el interior de cascos de ciudades históricas.

A lo largo de estos 75 años ha sufrido varias reformas y por él han pasado numerosas personalidades del mundo de la política, la cultura o el deporte de España y otros muchos países; pero también desconocidos, como sus trabajadores, para los que la delegada del Gobierno, Carmen Pereira, tuvo ayer un recuerdo. Citó, a modo de ejemplo, a Manola, "la camarera que el Rey pedía que le sirviera" y que se ganó el respeto de todos los huéspedes por su profesionalidad y cercanía con todos ellos.

Manola no sirvió a Azaña, presidente de la II República, que fue uno de los primeros clientes de este Parador y al que "no le gustó la cena que le pusieron hace setenta y cinco años", recordó con ironía el alcalde de Mérida, José Angel Calle.

Para el mandatario emeritense, este hotel es "una auténtica seña de identidad de la ciudad", así como fiel reflejo de lo que es la ciudad de Mérida "un mestizaje". Calle considera que supone un ejemplo claro de lo que su equipo de gobierno quiere hacer de la capital autonómica, "una ciudad abierta". Este Parador, aconseja, "hay que abrirlo más a la ciudad para que entre todo el mundo".

Lo cierto es que el de Mérida está entre los paradores españoles que registran una mayor actividad. El pasado año tuvo una ocupación media del 79%, atendió a 29.051 clientes y sirvió 37.875 cubiertos.