La supuesta mala salud de hierro de Joseph Ratzinger no parece inquietar a la cúpula de la Iglesia católica, pero cumplidos los 82 años, los vaticanólogos han comenzado a hacer sus cábalas y tratan de identificar a los eclesiásticos mejor situados para suceder al Papa. Los tropiezos de Benedicto XVI durante el último año, que han puesto en entredicho su liderazgo, contribuyen a alimentar las conjeturas. En ese contexto, uno de los observadores más finos de lo que sucede en el Vaticano, el estadounidense John L. Allen, cree que dos arzobispos italianos y un congoleño pueden llegar a estar entre los mejor situados.

"El próximo Papa todavía no es cardenal". La máxima, confiada por una fuente vaticana al antiguo corresponsal en Roma del National Catholic Reporter , se basa en la creencia de que entre los 116 purpurados elegibles del colegio cardenalicio no hay candidatos que conciten suficientes apoyos para optar al puesto. Unicamente en el supuesto de que, llegado el momento, decidieran que es la hora de un Papa latinoamericano hay un nombre en boca de todos: el del cardenal de Tegucigalpa, Oscar Rodríguez.

Resulta, sin embargo, más verosímil la tesis de que el próximo Papa será europeo, pues la mitad de los cardenales son de ese continente. 20 de los 58 purpurados de menos de 80 años, o sea electores, han nacido en Italia. Dos figuras emergentes dan alas al pronóstico. Un arzobispo de la línea dura, el ministro de la Congregación para las Causas de los Santos, Angelo Amato, y un prelado más abierto, Gianfranco Ravasi, al frente del Pontificio Consejo de la Cultura.

Amato es un halcón. Salesiano, como el secretario de Estado y mano derecha del Papa. Ahora es el encargado de elevar a los altares a Juan Pablo II. Ravasi es una paloma. Con una sólida formación teológica, es capaz de tender puentes hacia el mundo moderno. Allen le presenta como un híbrido entre Benedicto XVI y Carlo Maria Martini, el cardenal de Milán en el que los católicos progresistas depositaron durante años sus esperanzas de rehabilitar el espíritu del concilio Vaticano II. Allen se aventura a dar otro nombre. El del prestigioso arzobispo de Kinshasa, Laurent Monsengwo, de 69 años.

Ninguno de los tres posee la dignidad de cardenal, pero se trata de una cuestión de tiempo, de poco tiempo. Entre los observadores existe la creencia que Benedicto XVI convocará este año, o el próximo a más tardar, su tercer consistorio cardenalicio. Y aprovechará para dar la púrpura a Amato y Ravasi, e incluso puede que a Monsengwo.