Acabar con el hambre en el mundo no es imposible, depende de la decisión política de los gobernantes y prueba de ello es que el plan de rescate para salvar a los bancos lanzado por Washington en tiempo récord cuesta 20 veces más.

Así lo afirmó José Graziano, director de la FAO para América Latina y el Caribe, ex asesor del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en temas económicos y sociales, y artífice del programa "Hambre Cero" lanzado en 2003 "para que 46 millones de brasileños pudieran comer decentemente todos los días".

"Hoy día producimos a nivel global más alimentos de lo que necesitamos; el problema es la dificultad para acceder a ellos, bien por las guerras y los desastres naturales, o bien porque suben tanto de precio que muchas personas no pueden adquirirlos", explicó en entrevista con Efe.

Desde 2006, año en que estalló la llamada "crisis alimentaria", Graziano está al frente de la oficina regional en América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).

En 1946, Josué de Castro -otro brasileño que llegó a ser presidente de la FAO- defendía en su libro "Geografía del Hambre" que era posible vivir en un mundo sin miseria ni malnutrición, el mismo anhelo que inspira la "Iniciativa América Latina y Caribe Sin Hambre" que impulsa la FAO.

"Este programa comenzó a raíz de una visita del presidente Lula a Guatemala en 2005, cuando la FAO divulgó los datos que daban cuenta de que Centroamérica estaba retrocediendo en el combate a la desnutrición", indicó Graziano.

La meta que se fijó la FAO en la región fue "doblar la apuesta" y no solo reducir a la mitad el hambre (como establecen los Objetivos del Milenio para el 2015), sino erradicarla completamente.

"Somos un continente que produce y exporta alimentos, y deberíamos dar ejemplo", aseguró Graziano, quien se mostró moderadamente satisfecho con lo logrado hasta ahora.

"Ya hay cinco países en la región (Argentina, Brasil, Ecuador, Guatemala y Venezuela) que tienen leyes que garantizan el derecho a la alimentación de todos sus ciudadanos, leyes que establecen programas para estimular el consumo y aumentar la producción", apuntó.

El director regional recalcó que "el hambre es el primer motor de un engranaje que produce más desigualdad y miseria", porque "un niño con hambre puede ir a la escuela, pero no va a aprender".

Para hacer frente a este problema, que actualmente más de 50 millones de personas en Latinoamérica, "hace falta pan y ciudadanía" -dijo-, "pan para quien no puede comprarlo, y ciudadanía para ejercer el derecho a una alimentación digna y saludable".

"Hay que hacer frente a las emergencias fortaleciendo las redes de protección social; pero al mismo tiempo hay que vincular esas redes con programas de cambio estructural", comentó.

Pero el problema, señaló, es que "en América Latina llega un gobierno nuevo y trata de parar todo lo que hizo el anterior". "Hasta que no tengamos leyes que obliguen a los gobiernos de turno a aplicar programas de seguridad alimentaria, no vamos a lograr erradicar el hambre", aseguró.

A pesar de ello, las cosas marchaban razonablemente bien hasta el 2006. América Latina había conseguido que ocho millones de personas dejaran de pasar hambre.

Pero la crisis alimentaria echó por tierra los esfuerzos realizados desde 1990 y en solo dos años aumentó en seis millones el número de personas en la miseria.

"Ahora tenemos que lograr que (cada año) tres millones de personas dejen de pasar hambre para alcanzar en la región los Objetivos del Milenio", subrayó Graziano, quien reconoció que "en estos momentos, con una crisis tan aguda, es muy difícil hacer previsiones".

"Mientras tengamos un crecimiento positivo per cápita, estaremos contribuyendo a eliminar el hambre, porque habrá más ingresos y más posibilidades", dijo.

Sin embargo, el temor de la FAO es que la recesión económica bloquee el acceso a los créditos, pieza esencial en el funcionamiento del comercio mundial.

Si los países latinoamericanos importadores netos de alimentos y energía (los del Caribe y Centroamérica) no pueden acceder a los préstamos, los exportadores (Argentina, Brasil, Venezuela y en general toda Sudamérica) no podrán dar salida a sus productos "y entonces habrá una depresión de precios muy fuerte".

Afortunadamente, las naciones de América del Sur están preparadas, porque en los últimos años han acumulado reservas en dólares y ahora pueden acceder a los créditos para la exportación y garantizar el flujo comercial, afirmó el funcionario de la FAO.

Al igual que el director general del organismo, el senegalés Jacques Diouf, Graziano llamó la atención de los gobiernos de todo el mundo para intensificar los esfuerzos en la lucha contra el hambre.

Es necesario incrementar el apoyo internacional y que los países ricos aporten más recursos para el desarrollo, "pero la responsabilidad de acabar con el hambre es de los gobiernos nacionales, que pueden hacer más de lo que están haciendo", destacó.

Además, dijo, erradicar la miseria que padecen 850 millones de personas en todo el planeta "no es solo responsabilidad de los gobiernos, sino de toda la sociedad".

"La humanidad tiene que fijarse la meta de erradicar el hambre y no aceptar convivir con ella como si fuera un factor natural", sentenció.