Se podría decir que España es un país aconfesional a medias porque, según está reflejado en el artículo 16.3 de la Constitución española de 1978, "ninguna confesión tendrá caracter estatal". Pero es un claro símbolo de confesionalidad la frecuente celebración de funerales católicos llamados de Estado y la presencia institucional de autoridades en procesiones y actos religiosos festivos.