Si un niño no puede estarse quieto, es incapaz de prestar atención o no logra concluir cualquier cosa que esté haciendo, hay que revisar su dieta. Un equipo científico de la Universidad inglesa de Southampton ha vinculado la hiperactividad de muchos menores con los aditivos artificiales que ingieren a diario en chucherías y en refrescos.

Los investigadores seleccionaron al azar a 300 niños de 3 y 8 años y observaron cómo los que tomaban un cóctel de aditivos, similar a la cantidad y tipos de los que se consumen diariamente, perdían la capacidad de concentración y su comportamiento se tornaba más impulsivo. Los resultados del estudio, encargado por un organismo gubernamental, la Agencia de Control Alimentario británica (FSA), han sido publicados en la revista The Lancet .

Entre las sustancias se cita el conservante benzoato de sodio (E211) empleado en refrescos como Pepsi Max, Fanta o Sprite y los colorantes artificiales E110, E102, E122, E124, E129 y E104, frecuentes en caramelos, helados, dulces y comidas preparadas. La FSA advierte a los padres de los efectos de estos productos.