Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) rompieron el lunes por la noche la negociación con los controladores y ahora se ciernen aún más interrogantes sobre los desplazamientos de Semana Santa. El 31 de marzo, víspera de Jueves Santo, expira parte de la regulación laboral del colectivo, una fracción fundamental para garantizar el tráfico aéreo con normalidad, y ante la posibilidad de que se desate el caos en los aeropuertos, el gestor ha pedido al Ministerio de Fomento que adopte las "medidas necesarias" para que los vuelos despeguen y aterricen en España con fluidez.

El departamento de José Blanco, que lleva más de un mes acusando a estos profesionales de ser "los menos productivos y los más caros de Europa" (su sueldo medio anual ronda los 330.000 euros), aún no ha movido ficha, pero el presidente de AENA, Juan Ignacio Lema, sugirió ayer una opción: el fichaje de controladores aéreos extranjeros. Con el nuevo reglamento europeo de navegación aérea, dijo Lema, los profesionales de cualquier país de la UE "pueden trabajar aquí".

El conflicto es complejo, y no tendría mayor relevancia de no ser por la capacidad del colectivo para trastocar los desplazamientos de millones de personas. El acuerdo que se extingue el 31 de marzo es el denominado "de prolongación de jornada", en el que se regulan las horas extra de los controladores. Su jornada laboral básica es de 1.200 horas al año, insuficiente para atender el tráfico aéreo español, así que su media al final es de 1.800 horas. Esas 600 horas de más se pagan a un precio tres veces superior a las comunes.

AENA y el colectivo, representado por la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA), se acusan de impedir el acuerdo. La posibilidad del paro encubierto fue negada por el presidente del sindicato, Juan María García Gil, quien acusó a AENA de romper negociaciones "unilateralmente". Eso sí, Lema dijo que él volará en Semana Santa.