Los efectos son cada vez más visibles, y algunos ya empiezan a llamarlo "fatiga petrolera". Y van desde la falta de ánimo o los problemas para conciliar el sueño hasta la irritación crónica y la sensación de desesperanza cada vez que se mencionan palabras como contención, fuga, vertido, British Petroleum (BP) o Deepwater Horizon (la plataforma petrolífera que se hundió, causando el vertido). "Para ser sincero, estoy harto de escuchar hablar de ello", dice Percy Baulden, un bombero de Nueva Orleans que desde hace un mes dice estar sufriendo varios de estos síntomas.

Cuando el jueves pasado BP anunció que, por primera vez, había logrado interrumpir el flujo de crudo, muchos lugareños de la costa del golfo recibieron la noticia con escepticismo. Los afectados tienden a no generar falsas expectativas, y prefieren no aceptar que se está cada vez más cerca del final. "Desearía poder empezar a celebrarlo, pero de momento me mantengo moderadamente optimista". Esas fueron las palabras de Bryan Batt cuando un periodista de The New York Times le preguntó por los avances anunciados por BP. El actor, de Nueva Orleans, uno de los protagonistas de la popular serie Mad Men, asegura que no empezará a festejarlo "hasta que la costa esté limpia, la fauna salvaje se halle fuera de peligro y las ostras, gambas y cangrejos vuelvan a la cazuela".

Después de tres días sin que aflore más petróleo en aguas del golfo, la población quizá pueda ya empezar a aceptar que hay luz al final del túnel, aunque poco ayuda que el máximo responsable de coordinar la respuesta ante el vertido haya reconocido que los resultados de las pruebas que realiza BP en la campana de contención no están siendo todo lo buenos que se esperaba. El representante de la Casa Blanca, el almirante Thad Allen, no descarta que el crudo esté filtrándose por alguna grieta, porque los niveles de presión no son suficientemente altos.

PRUEBAS DE RESISTENCIA Desde la petrolera británica respondieron ayer que la integridad del nuevo mecanismo no está en peligro, pero que, en cualquier caso, ampliarán otras 48 horas las pruebas de resistencia para garantizar que no se produzcan fugas antes de reabrir el flujo de crudo. "En este punto estamos muy animados", afirmó ayer Kent Wells, vicepresidente de BP, que añadió que la última palabra la tendrá el almirante Allen.

Los avances permiten ser optimistas a corto plazo, pero son muchos los expertos que coinciden estos días en que las repercusiones sociales del vertido en el golfo de México harán estragos durante años. El antropólogo de la Universidad del Sur de California Lawrence Palinkas advierte de que los más vulnerables serán los niños, los voluntarios que trabajan en las tareas de limpieza y los residentes en las zonas costeras.

Para ellos pinta un panorama desolador: depresión, ansiedad y trastornos de estrés postraumático, que pueden conllevar úlceras, asma, problemas del corazón o disfunción tiroidea.