La desaparición de la sevillana Marta del Castillo, como el caso de las niñas de Alcàsser --el municipio valenciano en el que hace más de 15 años tres menores fueron secuestradas, violadas, torturadas y asesinadas--, reúne casi todos los ingredientes para que ciertos medios, principalmente televisivos, se den un festín morboso: una adolescente en paradero desconocido durante semanas, unos padres que necesitan de la complicidad de los periodistas para que el interés de la historia no decaiga, un exnovio que confiesa que la mató y tiró su cuerpo al Guadalquivir, el testimonio de una menor que dice ser la actual pareja del presunto homicida, mensajes de los amigos de la desaparecida, y fotos, fotos de la víctima, del verdugo y de sus cómplices que han pasado una y otra vez por la lupa mediática. Ahora, cuando la espiral alcanza el cenit, la fiscalía, la Junta andaluza, el Gobierno central y el Consejo Audiovisual de la comunidad han mandado parar.

"Cuando ocurrió todo, al volver a tu casa, ¿llevaba la misma ropa con la que se había ido?", le preguntó el lunes el presentador de Rojo y negro, un programa que emite T-5 (más de 1.800.000 personas lo vieron ese día), a la actual pareja del presunto asesino, Miguel Carcaño, quien, según la investigación, fue ayudado por su hermano y dos amigos para deshacerse del cuerpo de Marta. "La misma", contestó ella. "¿Y no había rastros de sangre?". "Yo solo le miraba a la cara".

ROSTRO AL NATURAL La novia de Carcaño, con la que este vivía, tiene 14 años. Apareció junto a su madre, sí, pero a cara descubierta. Y después, un día más tarde, apareció de nuevo en otro espacio de la misma cadena, contando lo mismo. Fue el último toque morboso de una historia que ya lo era desde el primer momento, el 24 de enero en el que desapareció Marta, de 17 años. Desde entonces, sus amigos, la mayoría también menores, han aparecido sin pausa en televisión con el rostro al natural.

Todo forma parte de un espectáculo similar al que se vivió con el crimen de Alcàsser, solo que ahora, a diferencia de hace 15 años, está internet. Los menores cuelgan en sus redes sociales --Tuenti, en este caso-- fotos y conversaciones electrónicas de los que también se han alimentado algunos medios: mensajes cariñosos de la chica desaparecida a su presunto asesino, nerviosas frases de este --de 20 años-- semanas después del homicidio, fotos de ambos. La red Tuenti, muy popular entre los adolescentes españoles, ha servido tanto para organizar manifestaciones en repulsa del crimen como para que los medios se nutran de los elementos más personales de la relación entre la víctima y el supuesto verdugo, contribuyendo así a aumentar la indignación de los sevillanos. Imágenes como las del lunes, cuando Carcaño y uno de sus cómplices, Samuel Benítez, declararon ante el juez, o las de ayer, cuando el primero reconstruyó para la policía la agresión en su vivienda mientras dos centenares de personas le gritaban "¡asesino!", son difícilmente explicables sin el calentamiento mediático previo.

El primero en reaccionar, el lunes, fue el ministerio público. La fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra, anunció la apertura de diligencias sobre los programas que podían estar causando "un daño irreparable" a los menores. Tras ella, ayer, llegó el Consejo Audiovisual de Andalucía, que analizará el tratamiento informativo del crimen; el presidente de la Junta, Manuel Chaves, que dijo que todo era un "circo mediático"; y la ministra de Educación y Asuntos Sociales, quien pidió "discreción" para un caso que ha llegado a conmocionar tanto que ahora muchos ciudadanos acuden con sus barcas al Guadalquivir para buscar a Marta, pese a que dificultan la labor.