Un alemán de 41 años, acabó el sábado con las vidas de su exmujer, sus dos hijos y sus padres antes de pegarse un tiro en la cabeza. Los hechos ocurrieron en Rheinfelden, al suroeste de Alemania.

A juzgar por la nota que la policía encontró junto al cadáver del agresor, el hombre no podía soportar vivir separado de su expareja. Todo comenzó cuando la mujer acudió al domicilio del agresor para recoger a sus hijos. Ella y los dos niños, de 4 y 7 años, llevaban varios meses viviendo separados del hombre.

Según informaron fuentes de la policía local, el hombre obligó a sus víctimas a tumbarse sobre sus camas antes de dispararles con un revólver. Las primeras investigaciones apuntan a que primero mató a sus padres y después a los niños, para poner fin en último lugar a la vida de su expareja.

Antes de volver el arma contra él y dispararse en la cabeza, el hombre decidió marcar por teléfono el número de la policía y, tras indicar su dirección, les comunicó que había ocurrido un accidente. Los agentes tuvieron fácil el acceso al domicilio: el asesino había dejado puesta la llave para que pudieran entrar sin problemas.

Cuando los agentes se personaron en la vivienda sólo estaba vivo el agresor. Le encontraron tumbado en su cama junto al arma de los crímenes y gravemente herido. El hombre fue trasladado al hospital, donde los médicos no pudieron hacer nada por salvarle la vida.