Las cremas fotoprotectoras fueron diseñadas para atenuar o evitar el daño que los rayos del sol pueden hacer sobre la piel, no para poner moreno. Dermatólogos y oncólogos repiten ese mensaje estos días y todo el verano, a la vista del uso incorrecto que se hace de esos productos, empleados muchas veces como moduladores de un bonito bronceado, y del constante aumento de cánceres epidérmicos que detectan en sus consultas. Los tres tipos de tumores malignos que aparecen en la piel están relacionados con un exceso de horas al sol, en especial, si se tomó antes de los 20 años.

La incidencia del melanoma, el cáncer de piel de peor pronóstico, crece cada año. En mayor proporción avanzan otro carcinoma que es menos agresivo que el anterior, y el escamoso, que aparece en los labios o la boca. "En los años 70, estos cánceres sólo los sufrían personas mayores, agricultores y pescadores, mientras que ahora los vemos en personas de 25 años", explica el dermatólogo Francisco José López Gil, del Centro Médico Teknon.

SIN NADIE EN LA PLAYA Las actitudes temerarias frente a un sol, que cada vez parece ser más potente, son múltiples, describe la dermatóloga Teresa Estruch, del Hospital Clínic, de Barcelona. "Entre las 12 del mediodía y las cuatro de la tarde no debería haber nadie en las playas, pero están llenas", dice y añade que "las cremas solares deberían aplicarse media hora antes de llegar al mar, pero se las extienden justo antes de zambullirse, sin dar tiempo a que se absorban". El índice de protección de las cremas que se emplean es casi siempre inadecuado, prosigue Estruch. "Lo sabemos por pura deducción porque, si el factor antisolar fuera el necesario para cada persona, al acabar el verano todos estarían blancos", reflexiona. Menos drástico, el doctor López Gil opina que se puede conseguir un bronceado aceptable sin poner en peligro la salud. "Ir a la playa antes de las 12 del mediodía o después de las cinco de la tarde pone moreno y no es cancerígeno", asegura.

De forma general, no obstante, los especialistas coinciden en la idea de que quemarse en la playa es peligroso ya forma parte de la conciencia colectiva. "Ese mensaje ha calado de una forma inimaginable hace apenas diez años", afirma Estruch. "Hace unos pocos días --añade-- vi a unas adolescentes en la playa que tomaban el sol a la una del mediodía, la peor hora --prosigue Estruch--. Se pusieron sus cremas, supuestamente con fines protectores, y comentaron: ésta es la hora del cáncer de piel ¿no?, pero no se fueron".

En opinión de esta dermatóloga, habituada a ver la cara más negativa del bronceado, la exposición al sol debería ser lenta y progresiva, de no más de cinco minutos de duración durante los primeros días y sin pasar nunca más de una hora seguida. Todos los expertos coinciden en que el índice de fotoprotección de la crema solar debería superar al 15 en cualquier fase del verano. "Pero nadie coge los bártulos y se va a la playa o la piscina para regresar a los cinco minutos y ese mínimo tiempo es suficiente para recibir los efectos beneficiosos del sol sobre los huesos o el estado de ánimo".