Paradoja nada más llegar a Chengdu, capital de la provincia de Sichuan, con 10 millones de habitantes y que apenas resultó afectada por el temblor de tierra de hace una semana: los huéspedes no son bienvenidos en este hotel de la ciudad. Una circular recomienda pasar la noche a la intemperie y buscar espacios libres. La posibilidad, anunciada a bombo y platillo por los medios citando a fuentes del Gobierno provincial, de que se produjera otro terremoto de entre seis y siete grados en la escala de Richter y devaste la población, empujó a las autoridades a recomendar huir de casa.

Y es que en Chengdu, anoche casi nadie pudo dormir. No había luces en las ventanas de las casas, ningún atisbo de vida que emergiera de los edificios de viviendas. Al entrar, en la principal carretera de acceso desde el epicentro del seísmo de hace una semana, situado a unos 150 kilómetros, los cuatro carriles de entrada y los cuatro de salida se habían transformado en siete de salida y uno solo de entrada debido a la riada de vehículos que intentaba salir de la ciudad. El clima veraniego y la ausencia de lluvias evitaban conferir a este éxodo masivo de la ciudad mayores tintes de dramatismo.

Todo valía para no pasar la noche bajo un techo firme. Coches; tiendas de campaña levantadas en la ribera del río, en el parque o en el jardín, o incluso en la plaza Tianfu, presidida por una enorme estatua de Mao Zedong. Había hasta quien prefería sacar una cama a la calle y poner al hijo a dormir a la intemperie.

SALIR CON LO PUESTO Pero ayer no fue solamente un día para salir de casa con lo puesto. Desde la plaza de Tiananmen de Pekín hasta las cumbres del Himalaya, los 1.300 millones de chinos guardaron ayer silencio durante tres minutos, exactamente a las 14.28 horas, para rendir tributo a las decenas de miles de ciudadanos que han perdido la vida en el terremoto que asoló el suroeste de China hace ya una semana. Fue el inicio de una serie de actos que se prolongarán hoy y mañana en recuerdo de las víctimas del temblor. "Creo que los tres minutos han sido importantes porque significa que todo el mundo, desde el Gobierno central hasta cada individuo en particular, piensa en nosotros; porque esto es peor que una guerra", explicaba acongojado a la agencia Reuters He Ling, un policía en Pingtong. "Tanta gente no ha podido ser salvada", se lamentaba un soldado sobre los escombros de una escuela.

A la cifra de 71.0000 muertos y desaparecidos es posible que haya que añadirles las de unos 200 miembros de los equipos de rescate que han sido enterrados por las avalanchas de barro durante los últimos dos días. Se desconoce la suerte que han corrido y si han logrado salir con vida del lodo. Las necesidades son tan elevadas que China se ha visto obligada a autorizar la llegada de equipos médicos extranjeros para participar en las tareas de socorro. "Debido a las necesidades, Cruz Roja de China va a autorizar la llegada de médicos extranjeros", dijo un portavoz de Exteriores. Mientras, el país inició ayer tres días de luto oficial por las víctimas, en una decisión sin precedentes en su historia, que reservaba estos homenajes para líderes políticos.