Las incubadoras de los hospitales, perfectas unidades de cuidados intensivos (uci) dotadas de sensores que suplen las funciones fisiológicas de un recién nacido inmaduro, acogen a bebés que llegan al mundo cuando apenas han estado 24 semanas en gestación --casi cuatro meses antes de finalizar su formación intrauterina--, y pesando poco más de medio kilo. Ese es el límite temporal de supervivencia aceptado en los protocolos internacionales para dar la bienvenida a un recién nacido vivo, porque es el periodo que invierte el ser humano en completar la formación de su estructura física. La bienvenida incluye, de forma ineludible, ofrecerle reanimación tecnológica durante dos o tres meses.

Ese umbral de supervivencia es tan frágil que, vista la evolución de muchos de los pequeños que nacen en tan corto plazo de gestación, y analizando las secuelas que padecen, muchos pediatras y neonatólogos empiezan a cuestionarse si sería más lógico establecer el límite oficial de viabilidad vital en las 26 semanas de gestación. Y no en las 24.

"En dos semanas cambian muchísimas cosas en un bebé prematuro", asegura el doctor Francesc Botet, jefe de la sección de Neonatología en la Maternidad del Hospital Clínico, de Barcelona, dotada de 35 ucis incubadoras de última generación. El tema es objeto de debate en las sociedades científicas de Europa y EEUU. La modificación de ese parámetro exigirá el consenso internacional, pero, mientras no se resuelva, las unidades de neonatología seguirán acatando los protocolos vigentes.

MEJOR, QUE LLORE "Si un niño nacido a las 24 semanas de embarazo respira, y aún mejor si llora, hay que apoyarle con toda la tecnología disponible, aunque el resultado de ese esfuerzo no siempre sea satisfactorio para él", afirma Botet. Si el bebé está vivo pero apenas puede respirar, hablan con los padres y les proponen una intervención "ajustada y lógica", prosigue Botet. "No somos partidarios de abusar de la tecnología con niños que no tendrán un buen pronóstico --explica--. No hablo de aplicar la eutanasia, que es ilegal, sino de evitar el encarnizamiento terapéutico con los bebés".

"Nacer pesando 500, 800 o incluso 1.600 gramos implica un alto riesgo de sufrir retraso en el crecimiento y en el desarrollo neurológico y cognitivo", asegura el doctor Eduard Gratacós, responsable de Obstetricia en la Maternidad del Clínico. "No es razonable aplicar técnicas de reanimación extrema a bebés que, sin ninguna intervención médica, morirían de inmediato. La tendencia es intentar un pacto con los padres y darle al niño un apoyo técnico poco agresivo".

Las cifras de supervivencia de los niños que pasan sus primeros dos o tres meses en una uci incubadora son elocuentes. El 50% de nacidos tras 24 semanas de embarazo mantienen la vida, aunque lo hacen con alto riesgo de sufrir secuelas. Esa supervivencia se eleva al 75% entre los nacidos tras la semana 26 de gestación y alcanza al 85% de quienes llegan cuando han estado 27 semanas en el útero materno.