No es el mercado el único culpable: ser padre de un niño y no hacer nada mientras se convierte en un pequeño animal de las compras, más aun, animarlo a ello, también tiene su parte de responsabilidad. Los estadounidenses, que advirtieron el fenómeno hace más de una década, lo asumieron y conviven con él, dan a los niños trato de compradores y elaboran muchos estudios, saben que hay otros grandes culpables: los padres. James McNeal, autor de una docena de libros y casi un centenar de artículos sobre el tema, cree que los padres (al menos los estadounidenses) animan a sus hijos a comprar. Comprar es tener independencia. Ser independiente es ser maduro. Los padres estadounidenses anhelan hijos maduros.