Los gobiernos de Gran Bretaña, Francia e Italia, por ejemplo, han prohibido en el último decenio que las mujeres mayores de 50 años puedan ser candidatas a tratamientos de fecundación artificial, unos procesos que han sido calificados en esos países de antinaturales, aparte de que se valora el riesgo que corren las madres.

En Gran Bretaña e Italia la decisión se adoptó precisamente tras producirse embarazos de mujeres mayores de 60 años y desatarse un intenso debate social.