TPtarece ser que es una gozada eso de la alta definición. Los objetos se ven a las mil maravillas, todo limpio, con detalle, con unos colores vivos que hacen que las cosas sean incluso más bonitas que en la realidad. Así que la técnica ha llevado a los salones de las casas una ventana impoluta por la que se puede ver ralentizado el salto de un jugador de baloncesto, un lance con la muleta mientras al toro le chorrea sangre por la herida o una mirada lacrimosa que parece que va a mojar nuestra alfombra. Pero no hay virtud sin defecto: la alta definición tiene un retardo de unos cinco o seis segundos. Así que cuando la radio ya ha cantado el gol se puede observar --eso sí, con muchísima nitidez-- que Xavi Hernández todavía no ha terminado de colocar el balón en el corner, que Leo Messi aún no se ha acercado a recibir en corto, y ha de pasar algún segundo más hasta que Eto´o remate. No sólo la naturaleza sirve para sacar consejos sabios para la vida sino que las modernas tecnologías nos aportan también sus moralejas: si queremos verlo todo muy clarito tendremos que dejar pasar un tiempo. La primera imagen, la más analógica e inmediata, no siempre es la mejor. Lo urgente debe hacerse sin demoras pero lo importante no puede ser fruto de la improvisación. Antes de comprar los ordenadores portátiles para cada alumno de quinto de primaria, convendría evaluar qué se ha hecho aquí y en otros lugares, cómo se ha llevado a cabo y qué resultados objetivos se han obtenido. Y no me vale que la evaluación la hagan los propios implicados. Aunque se tarde un poco más, pero que se vea todo claro. Por favor.