Venga a mi casa, que me he cargado a mi mujer". Son las palabras que Félix Núñez, un hombre de 75 años enfermo de Parkinson, dirigió al alguacil de Benicolet el pasado domingo, minutos después de matar de un hachazo a su esposa, Josefa.

Horas antes del parricidio, el matrimonio había mantenido una fuerte discusión, según relató una vecina que oyó gritos en la casa. La disputa acabó con un hachazo de Félix en la cabeza de Josefa, de 73 años, que se encontraba en la cama y que desde hace cinco años estaba obligada a desplazarse en silla de ruedas. El hombre, al ver lo que había hecho, salió de casa y se dirigió hacia el Ayuntamiento de Benicolet, un pequeño pueblo de 500 habitantes situado al sur de Valencia.

CONFESION EN LA CALLE A pocos metros del consistorio se encontró con el alguacil, a quien confesó el crimen. El funcionario pensó en un principio que eran imaginaciones del anciano y que "la mujer se habría caído de la cama". Pero al entrar en el domicilio descubrió con espanto que "la cama estaba llena de sangre y la mujer tenía la cabeza destrozada". El alguacil avisó a la Guardia Civil de Vilallonga, que detuvo al anciano y lo interrogó allí mismo con la intención de que explicara las circunstancias del suceso. La Comandancia de Valencia se desplazaron especialistas del Grupo de Homicidios del instituto armado. En el dormitorio, los agentes hallaron el arma del crimen ensangrentada, un hacha con la que Félix se dedicaba a limpiar pinos años atrás.

La noticia llegó pronto a todos los habitantes del pueblo, que acudieron a ver qué había sucedido. Muchos de ellos no salían de su asombro, ya que Félix era "un hombre pacífico y trabajador, que había criado a seis hijos", según explicó el alcalde, Enric Valls.

"Nadie comprende nada", afirmó una vecina, sorprendida de que un hombre con apenas fuerzas para caminar llevara a cabo tal acto. De los seis hijos del matrimonio, sólo uno habita en el pueblo, pero no con sus padres. Félix y Josefa podían vivir solos gracias a la ayuda de una mujer suramericana que realizaba las labores domésticas y asistía a la fallecida, pero al ser domingo, tenía el día libre.

El presunto homicida es natural de Huesca, pero vive desde los 10 años en Benicolet. Ayer fue trasladado a declarar al juzgado de Ontinyent, donde necesitó la ayuda de una familiar para desplazarse. Fuentes judiciales confirmaron que no tiene antecedentes por maltrato.