TLteo que la oficina de prensa del Gobierno israelí ha difundido un llamamiento de la organización Ahava (Salvando animales en Israel y Oriente Próximo), hondamente preocupada por el abandono de miles de perros y gatos en el norte de Israel a causa de la guerra con Líbano. Generosos, han distribuido tonelada y media de alimentos y centenares de cuencos con agua entre estos damnificados, y hacen un llamamiento a los veterinarios del mundo para que vayan allí, a ayudar sobre el terreno a los pobres bichos, animalitos. Mientras sus aviones destruyen Beirut, matando de forma indiscriminada a la población civil, provocando el éxodo de más de un millón de personas y reduciendo a escombros un país, estos buenos samaritanos ya han contabilizado 138 animales domésticos abandonados y andan preocupadísimos por la suerte que puedan correr.

Me gustan los animales. Tengo en casa seis perros prohijados, unos recogidos de contenedores, otros que aparecieron en mi puerta y yo la abrí para que entraran. No puedo entender, desde estas premisas, la sensibilidad que antepone la preocupación por la vida de un gato israelí a la angustia por la muerte de un niño libanés. Pero parece que el odio y el racismo se alían siempre para darnos la imagen más nauseabunda de ciertas personas, de ciertos gobiernos. Salvan perros israelíes mientras escupen sobre los cadáveres de libaneses inocentes. Añaden un incomprensible sarcasmo a la obscenidad de la guerra.

Lo cual, que a los bichos israelíes les pueden dar morcilla. Y a sus dueños, también. jabuizaunex.es