Por segunda vez en un mes, la familia real británica se halla envuelta en un bochornoso fiasco judicial. En una nueva repetición del caso de Paul Burrell, las acusaciones de robo contra Harold Brown, el segundo mayordomo procesado por quedarse con pertenencias de Diana de Gales, se derrumbaron ayer cuando fue dejado en libertad.

Brown (en la foto, escoltado ayer por la policía), que ha trabajado tres décadas para los Windsor, había sido acusado del robo de joyas valoradas en 750.000 euros. La fiscalía decidió renunciar al juicio tras saber que Brown dijo a la policía que había recibido permiso de Burrell para disponer de objetos de la princesa. Además, los abogados de Brown dicen poseer una carta del príncipe Carlos autorizando a su cliente a disponer de un anillo de boda.