El otro día recibí una sorpresa muy agradable. Estaba trabajando cuando me llamaron porque tenía una visita. Se trataba de Camilo Basadre, un amigo gallego, de Padrón, que pasaba por Cáceres. Basadre tiene una importante industria auxiliar del automóvil y recorre España todos los meses pues, además de propietario, es el principal agente comercial de su empresa. Le recordé su facilidad para hacer amigos en cualquier lugar y me explicó su teoría de que los gallegos y los extremeños caen bien en todas partes porque son pueblos pobres, frente a los catalanes, que no son bien vistos porque son ricos.

Estos días, con el tema del Estatut , la pandemia de anticatalismo parece más virulenta. Estas enfermedades se curan viajando. Sólo así se aprende que una cosa es el Estatut y otra, los catalanes. Es más, creo que desde hace unos años hemos ido aprendiendo de ellos algunos hábitos saludables. Por ejemplo, cuando salimos de copas, solemos hacer fondo común, que es una manera extremeña de pagar a la catalana: cada uno lo suyo. Pero además hemos descubierto, ¡ya era hora!, que más allá de las grandes teorías, lo que cuenta es el euro. Hace 20 años, la gran pregunta era de dónde viene y hacia dónde va Extremadura. Ahora, la gran cuestión es cómo vender. En palabras de mi amigo Camilo Basadre: "Amiguiños sí, pero la vaca por lo que vale". Como nos hemos hecho todos un poco catalanes, lo que verdaderamente nos preocupa del Estatut no son los grandes conceptos, sino la financiación.