El Día Mundial Sin Tabaco, que se celebra hoy, resuena este año en las conciencias de los españoles como un aldabonazo que recuerda a los fumadores que deben ir apurando sus cigarrillos en bares y discotecas, porque las noches envueltas en humo están llegando a su fin.

Hosteleros, tabaqueras y los amantes del pitillo tienen pesadillas con Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad y Política Social, desde que en julio del pasado año se comprometiera a prohibir fumar en los establecimientos públicos cerrados de un país donde la socialización, aderezada con alcohol y humo, es religión.

La medida, que endurece la normativa de 2006 gracias a la cual los españoles ya no salen ahumados del trabajo, entrará en el Parlamento en junio, se tomará las vacaciones del verano, luego se debatirá en ambas Cámaras y finalmente, en enero de 2011, verá la luz tras un largo y doloroso parto.

Quienes dan palmas con las orejas, porque no saben como aplaudir a la titular de Sanidad, son los 800.000 trabajadores de la hostelería que viven sometidos a un aire contaminado por miles de sustancias tóxicas, por las que cada año mueren en España 5.000 fumadores pasivos.

Enfermedad profesional

Las cardiopatías, cánceres, bronquitis o asma, entre otras patologías causadas por el tabaquismo pasivo, están consideradas como "enfermedad común" cuando, en realidad, deberían tener calificación de "enfermedad profesional" para quienes pasan entre 8 y 10 horas en un barra o atendiendo mesas.

Contemplado desde el ámbito de la Ley de Protección de Riesgos Laborales, los empleados de la hostelería, el ocio y el juego estarían expuestos a productos químicos y cancerígenos de un riesgo considerado intolerable.

Precisamente, el Día Mundial Sin Tabaco se centra este año en las mujeres, quienes, lamentablemente, cada día fuman más y superan en consumo a los hombres en la franja de edad comprendida entre los 16 y los 24 años.

Según la última Encuesta Europea de Salud, publicada en diciembre de 2009, el 31,5% de la población española a partir de los 16 años declaraba haber fumado en el último año, dos puntos más que en el ejercicio anterior. Lo cierto es que una horquilla de entre el 50 y el 70% de los españoles han dado el visto bueno a esta prohibición en múltiples sondeos, conscientes de que el tabaco es la primera causa de muerte en el mundo y de que provoca una treintena de enfermedades graves.

Todas las sociedades científicas, los partidos políticos -incluido el PP, que tantos escollos puso a la Ley de 2006 en Valencia, La Rioja, Castilla y León y Madrid-, los sindicatos y las organizaciones de consumidores se inclinan a favor de este proyecto.

Infinidad de campañas y estudios científicos se han difundido en los medios de comunicación últimamente, para que la gente sepa que unas 60.000 personas pierden cada año la vida en España por culpa del tabaco, una cifra mayor que el conjunto de fallecidos por accidentes de tráfico, sida y drogas ilegales.

Los propietarios de los establecimientos de ocio nocturno estiman que la reforma de la Ley Antitabaco destruirá 15.000 empleos y obligará a cerrar 3.000 locales en todo el país. La Federación Española de Hostelería aventura daños mayores y, todo ello, en plena crisis económica: el cierre de 70.000 establecimientos y la pérdida de más de 200.000 puestos de trabajo.