Olimpia Lope y Pilar Labrador acaban de abrir, con otras dos socias, la primera tienda de alimentos ecológicos de Badajoz, sólo de productos cultivados sin aditivos químicos como pesticidas, fertilizantes, insecticidas o abonos en el caso de la agricultura, y sin hormonas, ni antibióticos en el de la ganadería; "es como tradicionalmente se hacían y se cuidaban las cosas, pero con técnicas actuales". Ellas consumen desde hace tiempo estos alimentos, que encontraban en algún centro comercial y trayéndolos de fuera, hasta que decidieron ser sus propias proveedoras y, de paso, de quienes gusten de tomar alimentos limpios. Y decidieron abrir la primera tienda ecológica de la región.

Olimpia Lope explica que en Saboreando --en el 23 de José María Alcaraz y Alenda--, venden todo tipo de alimentos, con certificado y garantía de que proceden de explotaciones ganaderas y agrarias respetuosas con el medio ambiente, que podría decirse que, en cuanto consumidores, comienza en el propio cuerpo, pues "todos esos aditivos llegan al agua, a la tierra y a la atmósfera. Cuidar el medio ambiente es también seguir una tradición rural que se va perdiendo", según Pilar Labrador.

La tienda es acogedora, luminosa y con los estantes cargados de carnes, cereales, legumbres, arroces, chocolates, huevos, lácteos, verduras, que proceden de explotaciones extremeñas en unos casos y en otros vienen de Navarra, La Rioja, o Andalucía, donde estos cultivos están muy extendidos y hay un mercado amplio, hasta el punto de que "tienen el suyo copado y no les interesa nada vendernos".

Ahora disponen de productos extremeños como huevos, aceites y carne de Llerena, pero la fruta y la verdura la traen de fuera, "aunque cuando llegue la campaña dispondremos de las de aquí", según Lope. Labrador apunta que "En Extremadura hay poca extensión de cultivos ecológicos y lo que hay no está registrado, con lo cual es imposible", pues todo debe llevar su etiqueta con certificado de que son productos ecológicos "y aquí hay pocos productores que estén dados de alta como ecológicos".

Los clientes, por el momento, son "gente que sabe lo que come y lo que busca, ahora nos tenemos que dar a conocer al resto del mercado", dicen. Y gente que está dispuesta a pagar un sobreprecio, "aunque la diferencia no es mucha; lo que hay que mirar es la calidad", afirma Labrador. Sin embargo, parece que con la oferta surge la demanda, pues explican que "abrimos un poco a ciegas, venía gente conocida, interesada y con inquietudes en alimentación y salud; ahora es cuando nos estamos dando cuenta del interés que hay. Esto es para todo el mundo, pero nos conoce un tipo específico de población; el ama de casa a lo mejor ve el producto más caro". Pero no renuncian.