Circunstancias extrañas rodean la muerte en Cuba del sacerdote español Eduardo de la Fuente, cuyo cuerpo fue hallado hace dos días con heridas de arma blanca en una cuneta, cerca de su coche quemado, a 20 kilómetros de La Habana. El Ministerio de Exteriores español alegó el secreto sumarial del caso y la petición de discreción de la familia para no dar más detalles.

Un portavoz consideró que las autoridades cubanas tardarán en emitir un informe. El consulado español en Cuba trabaja para repatriar el cadáver lo antes posible. Antonio Gómez, cuñado del sacerdote, dijo que el Obispado de Cuba le había notificado escuetamente la noticia "inexplicable", ya que De la Fuente ejercía su trabajo en La Habana "con discreción" porque "era muy prudente".

Eduardo de la Fuente, de 61 años, natural del Guadalix de la Sierra (Madrid), residía en la isla desde mayo del 2006 como misionero en comisión de servicios para la archidiócesis de La Habana, primero en la parroquia de Alamar, y actualmente en la de Santa Clara, donde ejercía como sacerdote, con especial dedicación a la formación de niños y jóvenes.

El padre Eduardo, como era conocido en las madrileñas parroquias Espíritu Santo y del Sagrario, donde trabajó antes, tenía pasión por la isla, según aseguran sus allegados, y dedicó las vacaciones de 10 años a colaborar en varios centros antes de instalarse allí.

"Siempre ha dado testimonio de vida austera, fe inquebrantable y una entrega infatigable por los más pobres", comentó emocionado Manuel García, un sacerdote que convivió con el padre Eduardo en Aranjuez.