Steve Robinson tiene 49 años, es doctor en ingeniería, soltero y amante de la guitarra. Desde ayer es también el primer astronauta que culmina con éxito una operación de reparación de un transbordador mientras está en órbita. A más de 350 kilómetros sobre la Tierra, cuando el Discovery se encontraba sobre Massachusetts, Robinson desarrolló en la cubierta de la nave una operación milimetrada en la que extrajo, de forma más fácil de lo esperado, dos trozos de material que amenazaban la seguridad de la nave en su viaje de regreso a la Tierra, previsto para el lunes. Para la NASA fue una coreografía perfecta y, para Robinson, "el paseo de siglo".

La misión comenzó a las 10.48 horas en España, cuando Robinson salió a dar su tercer paseo espacial junto a Soichi Noguchi, y se prolongó durante seis horas. Primero instalaron en la Estación Espacial Internacional una plataforma de almacenamiento, uno de los pasos necesarios para cumplir con el objetivo de completar la estación para el 2010. Después empezó el cometido en solitario de Robinson.

PRECISION El astronauta se colocó en un pie portátil situado en el extremo del brazo robótico de cerca de 50 metros de la Estación Espacial y aseguró sus enganches. Que estuviera firmemente anclado era vital ya que, si se inclinaba más de lo previsto y su traje o su casco entraban en contacto con la delicada piel de la nave, podían producirse daños.

A las 14.22 horas, y con su colega Jim Kelly frente a los controles del brazo, Robinson empezó a ser desplazado hacia la panza del transbordador. Luego se detuvo a 2,1 metros de la zona en la que sobresalía uno de los trozos de material. "Lo puedo ver muy bien", dijo. "Estoy preparado para ir a cogerlo cuando vosotros estéis listos". Kelly empezó entonces a acercarle, usando el brazo extendido de Robinson como punto de referencia para evitar que su cuerpo entrara en contacto con el transbordador. En un momento Robinson dijo: "Tres, dos, uno, frenos". "Frenos", replicó Kelly, y detuvo el brazo robótico.

Robinson acercó su mano, cubierta por el grueso guante de un traje espacial que aumenta un 30% el volumen del cuerpo de un astronauta, hasta la protuberancia. Por si la extracción presentaba dificultades llevaba forceps y una sierra, pero no fueron necesarios. "Sale muy fácil", dijo, mostrando segundos después en sus manos el trozo de material.

Quedaba el segundo trozo de material. Robinson repitió la delicada coreografía para acercarse y detenerse, erguido pero inclinado ligeramente hacia la nave, y extraer la protuberancia. Esta salió como un recibo en un cajero automático y Robinson confirmó que había realizado "probablemente aún menos esfuerzo" para sacarla. Luego el astronauta puso los dos trozos en una bolsa y pidió a Kelly que le alejara metro y medio de la nave. Allí sacó su cámara y tomó fotos para que las analicen los ingenieros de la NASA. Su diagnóstico no esperó. "Parece que este gran paciente está curado", dijo Robinson.

La NASA necesitaba un éxito como éste. El Discovery debía confirmar que era seguro, pero en sólo unas horas se descubrió el desprendimiento de material durante el lanzamiento. Hoy, futuras misiones están en suspenso.