Los astronautas norteamericanos Donald Pettit y Kenneth Bowersox y su compañero ruso Nikolai Budarin nunca olvidarán su última misión a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS). Primero tuvieron que alargar su estancia en órbita de cuatro a seis meses por culpa del desastre del Columbia; luego les informaron de que no volverían a casa en un transbordador, sino en un módulo de descenso ruso, y ayer, finalmente, cuando se aprestaban a aterrizar, su cápsula se posó a unos 440 kilómetros del lugar previsto. Los equipos de rescate tardaron cuatro horas en localizarlos.

Pettit, Bowersox y Budarin, que habían dejado la ISS el día anterior a bordo de una nave Soyuz TMA-1, debían aterrizar en la estepa de Kazajistán, como suele ser norma en las misiones rusas, con el mismo sistema empleado con éxito desde hace 40 años: el módulo de descenso desplegaría un paracaídas y se posaría con suavidad. Y efectivamente cayeron en la estepa, pero lo hicieron en caída libre y cerca del mar de Aral, muy lejos de donde se les esperaba. Las comunicaciones y el localizador por radio se habían interrumpido. Estaba amaneciendo.

Tres helicópteros con personal médico llegaron al lugar casi al mediodía, según el horario kazajo, y comprobaron que los tres astronautas se encontraban bien. Muy cansados después de medio año en órbita y una caída de infarto.