TLtos dueños de Atrio han resucitado el proyecto de construir un hotel 5 estrellas en la plaza de San Mateo. Una gran noticia teniendo en cuenta que ahora no abordan este proyecto contra la ciudadanía (como ocurrió hace unos meses, cuando se dio a conocer el boceto del famoso cubo) sino a favor de ella, que, estoy convencido, recibirá con agrado el hotel siempre y cuando mantenga un diseño respetuoso con su entorno. Los desencuentros entre los responsables de Atrio y la opinión ciudadana surgieron al negarse los primeros a aceptar que la grandeza de La Parte Antigua de Cáceres radica en la admirable vejez de siglos pasados, no en la dudosa modernidad de siglos venideros. En fin, lo que ocurrió --lo diré ya-- es que pretendieron en pleno siglo XXI unificar y vaciar dos edificios medievales para levantar otro con aires del XXII. Mal asunto, porque si algo molesta a las piedras centenarias es que le desbarajusten los siglos. El visitante se adentra en este marco de épocas pasadas para respirar el aroma añejo de los Reyes Católicos, no para luchar contra los replicantes de Blade Runner.

Puede que el anacronismo dé mucho juego en la literatura, pero la vida real, más estrecha de miras, no permite demasiadas florituras. En temas urbanísticos hay que andarse con mucho ojo, porque cuando se atenta drásticamente contra la legítima arquitectura de una ciudad, se atenta también contra el orgullo de sus ciudadanos, que defienden con uñas y dientes la gloria ganada a pulso por sus antepasados. Cáceres es una ciudad 5 estrellas y como tal merece un hotel Atrio de esas características. Pero no a cualquier precio.