A los pederastas australianos se les ha acabado el turismo. Canberra ultima la medida más radical y audaz contra el abuso infantil para evitar los crímenes sexuales de sus nacionales en el Sudeste Asiático. No hay precedentes de una iniciativa que empezará a tramitarse pronto en el Parlamento y que forzará la entrega inmediata del pasaporte de los cerca de 20.000 condenados que permanecen bajo supervisión. Casi 800 de ellos viajaron al extranjero el pasado año y un tercio ignoró la solicitud del permiso, según datos oficiales.