Hace dos meses que abandonó Haití tras estar tres semanas ayudando a los heridos por el terremoto que se produjo en enero y ya está moviéndose para seguir colaborando desde Extremadura con los haitianos. El traumatólogo cacereño Juan José Domínguez, integrante del grupo Bomberos Unidos Sin Fronteras, cree que una vez pasados los momentos críticos, es necesario poner en marcha la máxima de hay que darles una caña y enseñarles a pescar .

A juicio de este médico, la cantidad de dinero que se envió a la isla era, a finales de febrero, de unos 6.000 euros por cada haitiano, "y lo que hay que hacer ahora es darle utilidad para que se valgan por ellos mismos".

GANARSE EL SUELDO En este sentido, Domínguez está impulsando desde Extremadura un proyecto para crear un taller protésico en Haití en el que los damnificados trabajen y se ganen su salario. "Allí les hemos dejado las consultas que instalamos --señala el galeno extremeño-- y ahora lo que tienen que hacer es darles utilidad. Ya han aprendido lo que es el estado del bienestar, que desconocían, y les hemos inculcado una forma de ser que les obligará a partir de ahora a trabajar si realmente quieren salir adelante".

La idea inicial es formarles para que aprendan cómo se fabrica una prótesis, cómo se coloca y luego se acomoda, así como al mantenimiento de las mismas. Los primeros en formarse serán los damnificados, gente a la que le fueron amputados o brazos o piernas y que son los que ahora mismo más lo necesitan.

Esa labor formativa la realizarían en Haití un par de monitores, con la ayuda de un fisioterapeuta y con el material donado desde aquí por las compañías que se dedican a la fabricación de las mismas. "Una persona a la que se le haya amputado una pierna se le enseñará a fabricarse una para él, que deberá colocarse y acomodarse a la misma para ver si se ajusta a sus necesidades. Cada amputado --agrega Domínguez-- enseñará a otros dos y así sucesivamente". El proceso concluiría con la supervisión de médicos especialistas para reacomodar esas prótesis.

El proyecto que promueve este traumatólogo del hospital San Pedro de Alcántara se podría montar en el país caribeño en el mes de octubre. Para ello sería necesario un local o bien un tipo contenedor al estilo del que se instala en las obras para empezar a funcionar. De esta manera echaría a andar una especie, dicho con todo el cariño del mundo, de cooperativa de cojos y mancos , que los propios trabajadores explotarían comercialmente para poder ganarse así la vida.

Un proyecto parecido, aunque utilizando madera para confeccionar los miembros, que luego se pintan, funciona en Togo de la mano de Domínguez y de curas salesianos.