TLtlegabas a la puerta de Juanita la Piporra y la veías abierta de par en par. Preguntabas si estaba, pero no lo hacías gritando su nombre: "Juanita la Piporra, ¿estás en casa?". Usabas una fórmula exclusivamente extremeña que consistía en exclamar preguntando: "¿Ave María Purísima?". Es verdad que en otras partes de España se utiliza la fórmula de Ave María como saludo, pero lo del Ave María Purísima es patrimonio nuestro y de nadie más. Si esto fuera Cataluña, la Junta debería actuar con contundencia. ¿Se imaginan la noticia?: "La Junta de Extremadura ha multado con un millón de euros a Correos porque algunos repartidores de cartas sólo gritan: ¡Carteeeeero!, omitiendo la fórmula nacional extremeña del Ave María Purísima cuando van de casa en casa repartiendo la correspondencia".

Al Ave María Purísima , Juanita la Piporra no respondía con un vulgar hola, sino con el castizo y pomposo: "Sin pecado concebida". Que había que traducir libremente como: "Hasta la cocina". Después llegaba el ritual de los saludos: "Buenos días nos dé Dios". El de las despedidas: "Con Dios". Y así, entre divinidades y virginidades, la vida parecía un remedo celestial. Si yo mandara en la Junta, lo tendría claro: no sólo cambiaría el grito de los carteros, sino que ordenaría que todos los timbres telefónicos sonaran con el Ave María Purísima y los contestadores respondieran: "Sin pecado concebida. Este es el contestador automático de Juanita la Piporra, deje usted su mensaje y buenos días nos dé Dios". Y si Vodafone y compañía desobedecían, multa al canto.