Yo comprendo que existen personas descerebradas y algunos insensatos que lo mismo tratan de escalar el Himalaya en chanclas que creen que viajar a un país en guerra es turismo de multiaventura. Puedo entender que ese tipo de gente necesite continuas advertencias, como los niños. No juegues con fuego, no metas los dedos en el enchufe, que acabarás llorando. O no salgas a la montaña si existe riesgo de aludes, no tienes equipo adecuado, o la única nieve que has visto es la de los cuentos de Navidad. Que luego vas a llorar, y a pedir auxilio y a exigir que otras personas se jueguen la vida por esa imprudencia que solo hará gracia a tus amigos si sales con vida. Salvo estas muestras, el resto del mundo es más o menos normal, con su poco de sentido común y su sensatez diaria. Por eso cada vez soporto menos que nos traten a todos como a niños. En verano, nos marean con que se debe andar por la sombra y no hacer deporte a las cuatro de la tarde. Y beber mucha agua. No sé en Finlandia, pero aquí es algo que aprendemos desde bebés, por tanto no hace falta repetirlo. Existe riesgo de fuertes vientos, así que casi mejor no corran por el bosque o dediquen el día a arreglar tejados, nos dice Rubalcaba . Yo entiendo que hay que avisar, porque tontos los ha habido siempre, y alguno se subirá a su azotea justo en mitad del temporal, pero la gente normal suele hacer honor a su adjetivo. Cada vez me irrita más que nos traten como a críos, que solo saben abrir la boca no para protestar, sino para recibir la cucharada de papilla informativa, bien triturada y colada, no sea que no seamos capaces de ser adultos sin atragantarnos.