Llega mi mujer con EL PERIODICO del pasado domingo en la mano y una sonrisa guasona. "O sea, que según tú, a los hombres les salen astas en otoño". Me enseña esta misma página de hace una semana, donde escribo por dos veces astas, en lugar de aftas para referirme a las llagas de la boca. He convertido un vocablo científico en un vulgarismo y a los hombres en cornudos. Nadie está libre de errores, aunque en un periódico sean menos perdonables. ¿Pero cuál es el estado de los vulgarismos en Extremadura?

Interesados en la cuestión, hemos desplegado durante esta semana a un grupo de jóvenes por Cáceres y por los pueblos de su entorno para que recogieran los vulgarismos más usuales y los resultados tienen cierto interés. Destaca, por ejemplo, la incorporación de nombres comerciales al acervo de la vulgaridad expresiva, nombres de tiendas de difícil pronunciación, pero muy populares.

Ahí está el caso de Stradivarius, boutique juvenil del grupo Inditex al que las madres se refieren como Straquidivarius o Stracuario . Tradicional es ya llamar Eroskin al hipermercado Eroski o Carreful al Carrefour. Lo novedoso es denominarlos Oroski o Carracú , términos que hemos recogido en diversos pueblos.

ABAJAR Y ASUBIR Perduran los clásicos sos vais , asín y asina , ande vas , pahí , bujero , arradio o amoto , que no desaparecen así que pasen cien años. Siguen usándose con frecuencia amonós , güevo , toballa , abajar , asubir , probe , entovía y el muy clásico cocholate , empleado no como gracia, sino como palabra usual.

La llegada del euro ha disparado los vulgarismos monetarios. En el entorno de Cáceres, la nueva moneda se llama leuro , uro o ebro . Los practicantes siguen poniendo indiciones con las abujas y hay quien pega los rotos con desafilm , prepara el cocido con grabanzos y guarda las sobras en el frigorícico o firorífico .

Colateralmente a la recolección de vulgarismos, hemos certificado que determinados pueblos se caracterizan por sus particulares exclamaciones. Así, Malpartida de Cáceres sería el pueblo de la jincaura (¡qué jincaura , madre!), Casar el del ira ira , menudo coche!), en Arroyo de la Luz lo que se estila es decir chacho chacho , qué haces!) y en Aliseda, la virgen (¡qué hambre, la virgen !).

Más curiosa es la expresión recogida en Navas del Madroño, donde cuando el mocerío quiere marcha se dice: "Hay torus u ardín los pajaris", recordando un verano en que el ayuntamiento se hizo el remolón con las corridas y los mozos las exigieron bajo la amenaza de que si no, quemarían el barrio de los Pajares.

Los veteranos recuerdan que en cierto pueblo, cuando sacaban a bailar a las mozas, éstas, si tenían novio, negaban el baile dando explicaciones: "Es que estoy peía ". También es famosa la anécdota verbenera de aquel chico refinado que se azoró mucho cuando su pareja eructó y sólo acertó a decir Jesús, aclarando la moza al instante y sin complejos: "No, si no es un estornúo , es un rigüeldo ".

Pero sigamos repasando los vulgarismos en uso recogidos por EL PERIODICO, que en algunos pueblos es llamado EL PERIOQUIDO , al igual que persisten el teléfano , la gabina telefónica , el dientista , el dispertador , el esparatrapo , las estijeras , los intierros y los analises .

Podar es poar ; vomitar, megomitar ; el haiga de toda la vida sigue sustituyendo al correcto haya y algo más modernos son mutitienda y felofán . El verbo freír da aún mucho juego en expresiones como: "Si mi novio me pone los cuernos, lo parto en rodajas y lo frito ". O: "Mi madre me ha fritao las patatas".

Quienes más emplean estos vulgarismos suelen ser las personas mayores, pero hay que tener cuidado para distinguir lo que parece una expresión incorrecta de lo que no es más que el empleo de una palabra correctísima y recogida en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, pero que está en desuso. Eso sucede, por ejemplo, con el vocablo coletillo. Hay abuelas de Arroyo y Aliseda que lo emplean para referirse al sujetador, pero no incurren en incorrección pues el coletillo era un corpiño sin mangas que usaban las serranas de Castilla.

Algo parecido sucede con guisopo, que también se emplea por las personas mayores de los pueblos cacereños. Parecería una degeneración de hisopo, pero no, el diccionario lo recoge como palabra en desuso que se puede emplear, efectivamente, en lugar de hisopo. Para acabar, tres refranes tradicionales extremeños recogidos entre vulgarismo y vulgarismo: "Quien tiene diente, miente... Oveja que berrea, bocao que pierde... El que come y canta, un tornillo le falta...".