No fue en Cerro Muriano, sino a 50 kilómetros de ahí, en un pueblo de la campiña cordobesa llamado Espejo. No sucedió en pleno combate y en primera línea, sino en una loma achicharrada por el sol de una tarde de septiembre, a resguardo, en un frente inactivo. El pasado verano, incluso el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, custodio del legado y el prestigio del fotógrafo de guerra Robert Capa, asumió tras las informaciones publicadas por este diario que la versión oficial sobre la fotografía conocida como Muerte de un miliciano debía ser revisada; pero sostuvo que situar la fotografía en Espejo no implicaba que fuese un posado, una escenificación, a no ser que investigaciones posteriores lo confirmasen.

La prueba final (¿quién era ese miliciano caído y cuándo y dóndo murió?) aún no existe. O ya no existe. Pero el Archivo General Militar de Avila contiene documentos, algunos inéditos, que arrojan más luz sobre la cuestión. Y todos ellos aportan argumentos que apuntan a que la imagen fue tomada detrás de tres líneas de trincheras ocupadas por los republicanos, a kilómetros de cualquier soldado enemigo, a resguardo de cualquier tirador emboscado. Y ni uno solo de ellos aporta argumentos para defender que la imagen inmortalizada por Capa reflejase realmente una muerte en combate.

El cuándo importa: Robert Capa y Gerda Taro estuvieron en la lucha por Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936, pero allí no fotografiaron combates. Dos días antes (probablemente) o después, pasaron por Espejo, entonces en calma. Cuando el pueblo fue atacado entre el 22 y el 25 de septiembre, ya no estaban allí.

El lugar sí importa

Pero también el dónde importa: y la novedad más destacable en este dabate es un esquema inédito, conservado en Avila, que muestra las defensas republicanas en esa localidad. La posición donde, según el horizonte claramente identificable en las fotos, se tomaron las fotos, está ya sin duda en la retaguardia (ver gráfico). En el mapa, que debió ser dibujado el 22 o 23 de septiembre, el coronel (más tarde general) Eduardo Sáenz de Buruaga anotó en el dorso: "perfil hecho por un labrador informativo, sobre las defensas rojas y puntos fortificados de Espejo".

El día 22, una columna a cargo del comandante Sagrado (840 hombres) avanzaba por la carretera de Córdoba. Otra motorizada, al mando del comandante Baturone (1.215 regulares africanos, soldados de Cádiz, requetés y guardias civiles) llegó a Montilla. Allí, al mando de ambas, Sáenz de Buruaga. El esquema muestra la visión de Espejo desde la carretera por donde avanzó Buruaga el 23, hasta tomar Espejo el 25, fusilando a los prisioneros, tras fuertes bombardeos y una lucha sangrienta casa por casa. Sus órdeness a la aviación, conservadas en Avila, ordenaban bombardear la posición que ocupaban 20 días antes los milicianos de Capa (dibujó otro esquema del pueblo) ya que intuyó que había artillería, aunque ese punto no se podía observar desde las posiciones franquistas. "Hagan el favor de señalarnos con la artillería la loma esa que quiere que bombardeemos pues no vimos bien el disparo de antes y por allí hay tres lomas iguales", responden los aviadores a Buruaga.

Según el parte de operaciones de Baturone, los republicanos se habían "atrincherado y fortificado extraordinariamente". Hasta ese día, a Espejo no se podía llegar impunemente: la columna motorizada tuvo que abrirse paso bajo el fuego republicano desde dos kilómetros antes de llegar a las afueras, durante tres días de combate. Los últimos defensores fueron "exterminados con granadas de mano" en el castillo. No parece posible que poco antes, una partida franquista lograse atravesar las trincheras y acribillar impunemente a los milicianos de las fotos.

¿Quién defendía ya, en torno al 5 de septiembre, Espejo? Una fuerza que hace inverosímil esa hipotética penetración impune: un destacamento de carabinero; milicianos andaluces; el batallón expedicionario formado por soldados del regimiento de infantería nº 12, de Alcoi, y las milicias de esta ciudad valenciana; una sección de ametralladoras de Almería y el regimiento de artillería ligera nº 5 de Valencia, con dos baterías de cañones del 7,5 y una de morteros. ¿A quiénes tenían enfrente? En Montilla, el único lugar desde donde se podría lanzar una razzia contra Espejo, solo una guarnición de guardias civiles y falangistas locales defendiendo la localidad, según el historiador Arcángel Bedmar, autor de un libro sobre la represión franquista en Montilla. En Córdoba, a más de 30 kilómetros (y con posiciones republicanas interpuestas), las fuerzas del coronel Buruaga que atacarían Espejo se disponían esos días a atacar Cerro Muriano.

El volumen y posición de las defensas y lo numeroso de la guarnición hacen inverosímil una escaramuza como la representada por Capa en la retaguardia republicana. Pero además, hasta cuatro fuentes del archivo de Avila (el informe de la Columna de Andalucía republicana hasta el 8 de septiembre, los diarios del entonces comandante Cuesta, jefe de Estado Mayor del general Varela en Córdoba y los informes de la Guardia Civil sobre los hechos sucedidos en Montilla y Espejo desde el 18 de julio) recogen desde asesinatos hasta las escaramuzas más nimias de ese verano: bombardeos aéreos en ambos pueblos, deserciones de guardias civiles, asesinatos de 75 vecinos de derechas en Espejo, incursiones republicanas... La Guardia Civil de Espejo solo informa de bombardeos aéreos, antes del ataque final. La de Montilla, que desde esa localidad ±no existen hechos sobresalientes o heroicos realizados por ningún individuoO. Nada que se parezca ni lejanamente a la escena fotografiada por Robert Capa. Un periodista y soldado republicano desertor, José Cirre, destacado en la localidad durante todo ese periodo, tampoco recoge ningún hecho de armas en el relato que publicó durante la guerra sobre su experiencia, De Espejo a Madrid.

Incluso en el desorganizado Ejército republicano de septiembre de 1936, la muerte de entre tres y seis milicianos en una única accion podría dejar rastro documental: lo hicieron otros muertos, desaparecidos y heridos registrados en Espejo en los combates de finales de septiembre. En el archivo de Avila constan los partes de bajas de 4 muertos, 35 desaparecidos y 19 heridos del regimiento de infantería de Alcoi, y el historiador local Miguel Pascual ha documentado nueve milicianos muertos en Espejo (pero a finales de septiembre) y uno en Cerro Muriano (a principios). No hay ningún documento que recoja muertos ni heridos en Espejo en la primera quincena de septiembre.