TPtensé que se habían batido en retirada pero solo era un retroceso para rearmarse y ahora vuelven a la carga mejor pertrechados. Son listos, hay que reconocerlo. Han buscado la fórmula para seguir despertándome durante la siesta sin parecer culpables; ahora se esconden tras una voz grabada que te invita a pulsar uno si quieres oír la oferta, por ejemplo, sobre la conexión a internet. Ya no se les puede denunciar porque, a menos que pulses la tecla, no sabes quién te ha llamado y si la pulsas para enterarte tampoco los podrás denunciar porque se supone que ha sido un acto voluntario, nadie te obliga a pulsar nada. En definitiva, que le han buscado las vueltas, o mejor dicho, nos han buscado las vueltas y seguirán despertándonos a la hora que les venga en gana.

Mi gozo en un pozo. Me alegré cuando hace poco oí decir a un miembro del Gobierno que iban a tomar medidas en este próximo otoño; un poco tarde porque la directiva europea que prohíbe este tipo de publicidad o sistema de ventas data de 2005, pero bueno, pensé, mejor tarde que nunca. Llevaba un par de semanas sin que nadie me molestara cuando, de repente, a eso de las cuatro de la tarde de unos de estos días, el teléfono sonó. Eran ellos. Habían vuelto pero escondidos tras una grabación. Volvieron a espabilarme de la agradable duermevela.

Tengo la batalla perdida. Siempre encontrarán una nueva fórmula para evitar ser denunciados. Seguirán intentándolo porque hay mucho dinero en juego; tan fructífero es ese mercado que si entran en internet comprobarán la cantidad de páginas que hay dedicadas a la venta por teléfono. En una búsqueda sencilla, no avanzada, he encontrado cincuenta y una referencias sobre cursos gratis de técnicas, masters, seminarios, congresos.

Resígnense a no poder dormir la siesta.