Stella Biblis tardó 22 años en nacer. Todo un récord. El pasado 25 de febrero, la niña vino al mundo en el Hospital Presbiteriano de Charlotte (Carolina del Norte) después de que su madre se sometiera a un tratamiento de fertilización en el que se utilizó esperma de su padre congelado en abril de 1986. Un pequeño milagro de la medicina que rompe una nueva frontera y permite augurar logros hasta hace poco inimaginables.

El neoyorquino Chris Biblis tenía 13 años cuando se le diagnosticó una leucemia. Recibió quimioterapia durante tres años, al cabo de los cuales los médicos le aconsejaron prolongar el tratamiento y someterse a una radiación que con toda probabilidad le dejaría estéril. Aconsejado por sus padres, Chris, un adolescente de solo 16 años, decidió congelar su esperma. En aquella época, esta era una iniciativa poco habitual.