La justicia belga ha buscado documentos ocultos sobre los casos silenciados de pedofilia eclesial hasta en las tumbas de dos históricos cardenales, lo que generó ayer la protesta del primado de la Iglesia católica en Bélgica, el arzobispo de Malinas-Bruselas, André-Joseph Léonard. La espectacular operación de registro policial de la sede de la Iglesia católica belga realizada la víspera perseguía sabotear la nueva estrategia de silencio para limitar el alcance de las denuncias por abusos sexuales de menores cometidos por parte del clero. Diseñada por el ministro de Justicia, el democristiano flamenco Stefan de Clerk, esa táctica cuenta con la colaboración de la cúpula de la Iglesia.

De Clerk envió una circular hace un par de semanas en la que establecía un sistema de "colaboración" entre la fiscalía y la Iglesia, mediante el cual delegaba en una comisión eclesiástica amplios poderes judiciales, como la investigación de las denuncias de abusos sexuales a menores por parte de miembros del clero, la evaluación de esas denuncias y la selección de las que se transmitirían a los tribunales.

Casi coincidiendo con la circular, el cura jubilado Rick Devillé transmitió a la fiscalía de Bruselas los datos de que disponía sobre unos 300 abusos sexuales de menores cometidos por miembros del clero belga desde la década de los 90. Devillé también transmitió a los tribunales la correspondencia que mantuvo sobre esos casos con el anterior primado de la Iglesia católica, el cardenal Godfried Dannels, que mantuvo una política de ocultación sistemática de los hechos. El juez Win De Troy abrió entonces una investigación y ordenó los registros.

DOCUMENTACION OCULTA Decenas de policías registraron durante el 24 de junio no solo la sede de la Iglesia belga en Malinas, sino que también buscaron infructuosamente documentación oculta sobre los abusos de menores en las tumbas de los cardenales Joseph-Ernest van Roey y Léon-Joseph Suenens, en la cripta de la catedral de Malinas.

Las autoridades judiciales tenían informaciones de la ocultación de documentos en un lugar secreto de la catedral y sospechaban que se trataba de las tumbas de los cardenales que dirigieron sucesivamente la Iglesia belga de 1926 a 1980. Los investigadores realizaron un agujero en las sepulturas para hacer entrar una cámara y explorar su interior, pero no los vieron.