El antisemitismo continúa alzando aún su repugnante cabeza. Debemos hacer todos los esfuerzos para combatirlo allá donde se encuentre". Nada más aterrizar en Tel-Aviv, Benedicto XVI trató de dejar claro con estas palabras que ha llegado a Israel con la intención de pasar página a las polémicas que le han enfrentado a importantes sectores del judaísmo. Horas después, frente al memorial del Holocausto, exigió que no se niegue ni se rebaje el sufrimiento de los judíos. Pero su discurso convenció a muy pocos. El rabino de Yad Vashem lo describió como una "oportunidad perdida" en la que "no hubo una sola palabra de compasión hacia las víctimas".

En contraste con la cálida bienvenida que le brindaron el presidente, Simón Peres, y el primer ministro, Binyamín Netanyahu, en el aeropuerto Ben Gurion, a Benedicto XVI le esperaba un clima de suspicacia. Su defensa de la beatificación de Pío XII y su indulto a los obispos lefebvristas, especialmente el negacionista Richard Williamson, han ofendido a muchos israelís, enturbiando el acercamiento entre ambos estados fraguado durante el mandato de Juan Pablo II.

"Trágicamente, el pueblo judío ha sufrido las terribles circunstancias de ideologías que niegan la dignidad fundamental de cada ser humano", dijo el Papa en Tel-Aviv antes de llamar a combatir el antisemitismo. "Hoy tendré la oportunidad de rezar para que la humanidad nunca vuelva a ser testigo de crímenes de tal magnitud", añadió.

Esa oportunidad le esperaba en el memorial del Holocausto. El pontífice alemán, que militó en las juventudes hitlerianas y sirvió en las filas de la Wehrmacht hasta que desertó al final de la segunda guerra mundial, encendió la llama votiva que recuerda a las víctimas frente a los nombres de los 22 campos de exterminio nazi. Pero en su discurso eludió las menciones a su pasado personal, a la responsabilidad del pueblo alemán en el genocidio o al ambiguo papel del Vaticano en aquellos años. "La Iglesia Católica siente una profunda compasión por las víctimas recordadas aquí --dijo--. El llanto sigue resonando en nuestros corazones. Es un llanto contra cualquier acto de injusticia y violencia. Un perpetuo reproche contra el derramamiento de sangre inocente".

El Papa retomó el mensaje contra el negacionismo que lanzó en plena tormenta por el caso Williamson. "¡Que los nombres de estas víctimas no se olviden, que sus sufrimientos jamás sean negados, olvidados o rebajados!". "He echado de menos un ´lo siento´ o ´pido disculpas´", dijo el rabino del Yad Vashem, Yisrael Meir Lau. Joseph Ratzinger abogó por explorar todas las vías por una "solución justa" al conflicto palestino y lograr que "ambos pueblos puedan vivir en una patria propia", frase con la que caminó por el filo de la idea de dos pueblos y dos estados.