En su primera visita a EEUU como Papa, cada palabra de Benedicto XVI se ha aferrado, como es costumbre, a guiones cuidadosamente establecidos de antemano. Ayer, sin embargo, antes de concluir la primera misa de un Pontífice en la neoyorquina catedral de San Patricio, el Papa improvisó para, emocionado, dar las gracias por las muestras de cariño recibidas, especialmente ayer, cuando celebraba el tercer aniversario de su elección.

Antes, en una ceremonia de la que fueron testigos algo más de 3.000 obispos, sacerdotes, religiosos y seminaristas, Benedicto XVI había vuelto a referirse, por cuarta vez desde que llegó a Washington, a lo que se ha convertido en eje central de su primer viaje oficial a EEUU: el escándalo de pederastia. Mostró al clero su "cercanía espiritual" y les animó "a cooperar con sus obispos, que continúan trabajando eficazmente para resolver este asunto".

Precisamente ayer los medios estadounidenses aseguraban que el Vaticano estudiaba realizar cambios en leyes canónicas para atacar los casos de pederastia. La noticia surgió de un almuerzo con el cardenal William Levada organizado por la revista Time . Sin embargo, horas después, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, precisó que las palabras de Levada fueron mal interpretadas. "Los cambios ya se produjeron", afirmó. En 2002, Juan Pablo II introdujo una norma por la que cualquier miembro de la Iglesia acusado de abusos tiene que ser expulsado del sacerdocio.

Mientras, algo que sucedió en San Patricio llamó la atención de observadores y analistas. Entre quienes comulgaron estaba el exalcalde Rudolph Giuliani, que en su trayectoria política ha defendido el aborto. En el 2004, cuando John Kerry era candidato en las presidenciales, su condición de divorciado --como Giuliani-- y su defensa del aborto provocaron llamadas entre católicos conservadores a negarle la comunión.